¿Amor o abuso?

Por: Solange Paredes | Fuente: catholic-link 

Este post va para aquellos que están enamorados o se quieren enamorar. También va para aquellos que, teniendo una vocación a la vida religiosa, saben que estar al tanto de estas señales puede ser de ayuda para sus amigos con vocación al matrimonio. Y es que el video que les presentamos hoy nos muestra, de manera breve y elocuente, las señales tempranas de abuso presentes en una relación amorosa: la evolución del aprecio (al comienzo sutil y luego abrumador), los victimismos, la manipulación y los niveles de agresividad dentro de la dinámica de pareja.

En el video se ve a un par de jóvenes que se conocen por casualidad y que, casi instantáneamente, comienzan a salir juntos. En las primeras escenas se ve que el muchacho parece ser muy atento y trata de ganarse la simpatía de la muchacha a través de regalos y gestos amables. Algunas citas después, el muchacho continúa con la actitud de querer impresionar a su pareja, incluso a costa del bienestar de ella. Al poco tiempo, las primeras muestras de una personalidad insegura y controladora empiezan a hacerse notar: el muchacho quiere dictar la forma de vestir de su pareja, lo que come y hasta su interacción con otras personas. Luego, la muchacha se ve a sí misma atrapada y asfixiada en una relación de abuso, presa de un monstruo controlador que trata de disimular sus errores con gestos aparentemente amables.

Al final del video se reporta que, en Estados Unidos, 1 de cada 3 adolescentes ha estado o está en una relación de abuso. Es por esto, que proponemos dar una mirada a esta realidad desde nuestra fe. Estar conectados con aquel que es el amor y tenerlo a Él como centro de nuestra vida puede ayudarnos a identificar rápidamente elementos nocivos que no son propios del amor. Nos da además la entereza de no aferrarnos a otras personas ni hacer de ellas nuestros dioses.

Es así que poner al Señor en el primer lugar de nuestra vida nos da estructura, sana autoestima, valentía de no quedarnos en una relación tormentosa y poder desapegarnos tempranamente de personas manipuladoras. «Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura» (Mt 6, 33), también quiere decir que, si ponemos a Dios en el primer lugar, todo lo demás caerá en su justo orden de prioridad.

A continuación, mencionamos adicionalmente algunos puntos de reflexión que esta historia nos ofrece:

1. Egocentrismo

San Pablo, en su primera carta a los Corintios, describe al verdadero amor como aquel que «no quiere aparentar ni se hace el importante» (1 Cor 13, 4). Sin embargo, el video nos muestra –ya desde el primer contacto– una actitud diametralmente opuesta a la descrita por san Pablo. El protagonista busca impresionar, tal vez motivado más por satisfacer su ego y conseguir la atención deseada, que por amor a la muchacha.
2. Superficialidad

Evidentemente a todos nos gusta recibir regalos o atenciones que nos hagan sentir especiales y apreciados, pero, ¿de qué nos sirven gestos bonitos pero faltos de sustancia? ¿Un ramo de rosas o un tierno peluche podrán reemplazar la verdadera esencia del amor que se muestra en ser paciente, servicial y sin envidia (1 Cor 13, 4)? Esto no significa que solo podemos tener lo uno, pero no lo otro, sino que debemos enfocar nuestras muestras de afecto en pequeños sacrificios de la vida diaria, donde se procure el bien de la persona amada.

3. Saltarse etapas

 

En la historia del video vemos que los protagonistas, apenas se conocen, deciden comenzar a salir sin caer en la cuenta de que un elemento clave del amor verdadero es la amistad. Ya el Cantar de los Cantares esboza el papel fundamental que ésta tiene en una relación de pareja cuando dice: «Así es mi amado, así es mi amigo» (Cant 5, 16). Amistad conlleva lealtad, confianza, complicidad, comunicación veraz y profunda, buena química y buen humor, llevarse sinceramente bien y procurarle a la otra persona solo lo mejor. Saber que la persona de quien nos enamoraremos se convertirá en el compañero de nuestra vida debe ser un incentivo para forjar una amistad profunda con esa persona.

4. Manipulación

Las tácticas de manipulación que aplica el agresor son evidentes: victimizarse, enojarse y/o ser agresivo para luego culpar a la otra persona por “provocar” ese comportamiento y querer controlar a la otra persona para tratar de amoldarla a lo que él quiere. Este comportamiento es una prueba evidente de que no se ama a esa persona por lo que ella es, sino que el manipulador busca amarse a sí mismo en la otra persona. A todo esto san Pablo nos dice claramente: «El amor no actúa con bajeza, ni busca su propio interés» (1 Cor 13, 5).
5. Ausencia de libertad

Solo se puede amar verdaderamente en libertad, «signo eminente de la imagen divina» (CIC 1705). Una muestra fehaciente de esto es que nuestro mismo Dios no nos obliga a que lo amemos, sino que nos dio la libertad para que optemos por Él, si es que así lo decidimos. Nuestro Señor es un real caballero que se respeta y nos respeta y, es por esto mismo, que donde haya coacción, no puede haber amor.

Para terminar recordemos que la forma de amor al prójimo según lo que nuestro Señor nos pide, va más allá del altruismo, pues es un amor que desea y busca para los demás lo que Dios quiere darles. Para amar (como Dios quiere que amemos) debemos primero establecer una relación cercana con Él y dejarnos amar. Una vez llenos de ese amor, podremos profesarlo a los demás y reconocer rápidamente cuando se trate de un “amor enrarecido”, «pues nadie da de lo que no tiene» (Forja 927).

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