3 sacerdotes secuestrados revelan sufrimiento de la Iglesia en Ucrania

ROMA, 20 Abr. 16 / 03:19 am (ACI).- La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) compartió los testimonios de tres sacerdotes ucranianos que fueron secuestrados en 2014, en los primeros meses de lo que hoy se conoce como la “guerra en el este de Ucrania”.

Desde abril de 2014, sectores orientales de Ucrania que buscan su separación para anexarse a la vecina Rusia se han enfrentado con las fuerzas armadas del país. De acuerdo al informe de marzo de este año de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), hasta la fecha han muerto más de 9 mil personas, más de 21 mil han resultado heridas y hay más de un millón de desplazados.

A inicios de este mes, el Papa Francisco anunció que el domingo 24 de abril se realizará una colecta especial en todas las iglesias católicas de Europa, como ayuda a víctimas de la guerra en Ucrania.

El primer testimonio que recogió Ayuda a la Iglesia Necesitada fue el del P. Sergej, sacerdote greco-católico perteneciente al Exarcado Arzobispal de Donetsk, secuestrado a finales de julio de 2014 cuando conducía su automóvil.

“Creo que mis raptores llevaban tiempo espiándome, porque poseían mucha información sobre mí y sobre mis feligreses”, dijo el sacerdote.

“De un vehículo situado al lado del mío descendieron tres hombres del Ejército de la Nueva Rusia. Enseguida comprendí que iban a por mí. Me obligaron a subirme a su coche y luego me adormecieron con una esponja empapada en cloroformo”, recordó.
Cuando despertó, sus captores le explicaron que el secuestro se debía a que el sacerdote promovió una jornada de oración por la paz y la unidad de Ucrania, que ellos consideraron que era algo contrario a la Nueva Rusia.

Durante los dos meses que duró su secuestro, el P. Sergej lo amenazaron repetidamente con fusilarlo. “Me decían que rezara porque aquel iba a ser mi último aliento, y después disparaban al aire”, señaló.

El sacerdote ucraniano padece diabetes, y durante su cautiverio le restringieron el acceso a la insulina necesaria para controlar su enfermedad.

“Según pasaban los días, mi estado de salud empeoraba, por lo que les suplicaba que me facilitaran las medicinas que precisaba”, dijo a AIN.

Doce días después de iniciado su secuestro, le pusieron una venda, lo subieron a un automóvil y lo abandonaron después de llevarlo por un breve trayecto.

“He vivido momentos dramáticos, pero siempre he encontrado fuerzas en la oración. Cuando me subía la presión debido a la falta de medicina, comenzaba a recitar el Rosario, y, como por milagro, mi corazón empezaba a latir más lentamente”, aseguró.

El P. Víctor, sacerdote católico de la Diócesis de Járkov-Zaporiyia, fue secuestrado en circunstancias similares a las del P. Sergej. “Unos hombres de las milicias de la Nueva Rusia me pararon en un puesto de control y, después de estudiar mis documentos, me pidieron que los siguiera para un breve control”.

Los separatistas pro-rusos sospechaban que el P. Víctor era un espía de Ucrania, y lo sometieron a interrogatorios y a varios simulacros de fusilamiento. En el lugar donde lo tuvieron cautivo se encontraban otros 50 rehenes, a los que el sacerdote ofreció asistencia espiritual.

Once días más tarde, el P. Víctor fue liberado.

AIN presentó además el testimonio del P. Pavel, un sacerdote polaco que vive en Kazajistán. Al momento de su secuestro había viajado a Ucrania para participar en la jornada de oración por la paz.

Ayuda a la Iglesia Necesitada señaló que Ucrania es “uno de los países prioritarios en su colaboración y acompañamiento”.

“En 2015 por ejemplo gracias a esta ayuda se formaron 1.095 seminaristas, 51 sacerdotes pudieron realizar estudios de grado, y el estipendio de misas para sacerdotes llegó a 3.803 de ellos”

El trabajo de AIN se manifiesta además en asistencia pastoral, financiamiento de libros religiosos y retiros para sacerdotes.

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