Alegría generosa

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Todos buscamos ser felices. Este deseo está detrás de cada una de nuestras decisiones durante el día y a lo largo de la vida. Por ejemplo, creemos que un buen trabajo nos hará más felices que uno en el que se paga poco por un esfuerzo enorme, o mejor aún, que un trabajo donde se está bien es mejor que uno donde se gana un salario alto a costa de la propia salud o el tiempo para la familia.

Cada una de nuestras decisiones, recordémoslo, requiere una renuncia: al elegir un trabajo o empezar un negocio, al hacer una compra o incluso al elegir el lugar de vacaciones… ¡Hay tantas otras opciones que dejamos de lado! Pues bien, Jesús pasa hoy por nuestra vida y nos presenta la oportunidad de ser sus discípulos. Como cristianos, sabemos que seguirle nos dará la felicidad más grande de todas. Pero elegir esta opción, la mayor de todas, requiere una renuncia, la más radical de todas. Sólo los valientes se atreven a este acto heroico de generosidad: darlo todo por el todo.

La generosidad de un cristiano, sin embargo, es una generosidad alegre. O, más bien, es una alegría generosa, porque la prioridad está en lo que ganaremos, no en lo que estamos perdiendo. Sí, se pueden perder todas las riquezas e incluso el afecto de amigos y parientes, pero ganamos a Cristo, quien da sentido a la vida -y Él mismo es la Vida.

Para anunciar hay que renunciar. Solo una Iglesia que renuncia al mundo anuncia bien al Señor. Solo una Iglesia liberada del poder y del dinero, libre de triunfalismos y clericalismos testimonia de manera creíble que Cristo libera al hombre. Y quien, por su amor, aprende a renunciar a las cosas que pasan, abraza este gran tesoro: la libertad. No se queda enredado en sus apegos, que cada vez le piden algo más, pero nunca dan paz, y siente que el corazón se expande, sin inquietudes, disponible para Dios y para los hermanos.
(Discurso de S.S. Francisco, 5 de mayo de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy ofreceré un sacrificio en la comida o alguna comodidad, pidiendo al Señor por los cristianos que sufren a causa de su fe.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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