Alegría que nadie les puede quitar

Meditación del Papa Francisco
La alegría que suscita el encuentro con Jesús nos anima a anunciarlo. Por eso, el signo concreto de haberlo encontrado realmente es la alegría que experimentamos al transmitirlo a los demás. Se puede decir que desde el día de nuestro Bautismo se nos da un nombre nuevo, además de aquel que dan los padres: el nombre de “Cristóforo”, que significa, “portador de Cristo”. El cristiano es portador de Cristo. Vivir la misericordia nos hace misioneros de la misericordia, y ser misioneros nos permite crecer en la misericordia de Dios. (Homilía de S.S. Francisco, 30 de enero de 2016).

Reflexión
Esperanza y desolación. Alegría y tristeza. Gozo y dolor. ¿Quién, además de Jesucristo, ofrece esto a sus amigos? ¿Quién propone esta perplejidad para los que quieren seguirle? Sin embargo, es así. El camino de Cristo es un camino de derrota aparente y de triunfo definitivo.

Ante la lectura de estas líneas de san Juan, cabe resaltar la sinceridad del Señor. Jamás oculta la realidad del sufrimiento, y es Él quien, con su propio testimonio, indica por dónde han de marchar sus discípulos. En su vida, Cristo vive la contradicción que confunde a los que escuchan su palabra: se inmola en la cruz para regalar al mundo la paz. La mente humana es demasiado humana para comprender el valor de este sacrificio.

Sin embargo, los cristianos no son unos pobres infelices, derrotados, de vida condenada. Todo lo contrario. Después del sufrimiento les espera un gozo profundo, una alegría incontenible, una sonrisa envidiable. No hay esperanza más bella que la que aguarda con paciencia, aún en medio de las batallas, el cumplimiento de las promesas del amor de Dios. Por eso debe brillar el rostro de un cristiano. ¡Dios lo ha redimido por medio de la donación de sí mismo!

Ante este misterio, la aflicción se transforma en júbilo, la oscuridad de la cruz en el esplendor de la resurrección del Señor.

Propósito
Al enfrentar una dificultad, pediré ayuda a Dios en vez de confiar sólo en mis propias fuerzas.

Diálogo con Cristo
Señor, por la intercesión de la santísima Virgen María quiero aprender a gozar del encuentro con Cristo en mi oración. Así podré tratar con amor, y con espíritu de servicio, a mi familia. Con entusiasmo me dispondré a continuar celebrando la Pascua de Resurrección y preparándome para Pentecostés.

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