Cada Eucaristía, pan de vida

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el Evangelio de hoy, san Lucas nos narra cómo el Señor se manifiesta sumo y eterno sacerdote. Nos dice cómo se va a quedar con nosotros, «Esto es mi cuerpo». Estos signos que presenta nos dejan muy claro que es su sangre que va a derramar luego en la cruz por cada uno de nosotros y que no es un simple simbolismo, sino que es su verdadero cuerpo y sangre que ofrece a Dios Padre por nosotros.

El sumo y eterno sacerdote que hoy vemos ofreciéndose como sacrificio, pero también dando ejemplo para la posteridad, ya no es la prefiguración del sacerdocio, sino que es el Sacerdote, es de Él que emana toda gracia y bendición. Es en la cruz donde lo vemos como sacerdote, altar y víctima y ese mismo momento lo vivimos en cada misa, ya que en cada eucaristía somos participantes de ese sacrificio ahora incruento.

Pidamos al Señor la gracia de poder ver en cada Eucaristía este gran regalo que nos hace y ser verdaderamente agradecido por tan inmenso don. Que en cada visita eucarística podamos reconocer, en lo más profundo de nuestro corazón, su presencia amorosa y misericordiosa que nos cubre y nos llama a la conversión todos los días, para ser cada vez un poco más santos y acercarnos a cada Eucaristía con un corazón dispuesto a recibir al verdadero Dios y verdadero hombre que se hace carne, por nosotros y para nuestra salvación.

La Eucaristía es «Pan partido para la vida del mundo». Es Sacramento de comunión, que nos hace salir del individualismo para vivir juntos el seguimiento y nos da la certeza de que lo que tenemos, lo que somos, si es tomado, si es bendecido y si es entregado, con el poder de Dios, con el poder de su amor, se convierte en pan de vida para los demás.
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 9 de julio de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, buscaré hacer una comunión espiritual ofreciéndola por las personas que no conocen a Jesús.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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