¿Cómo crecer en el amor a Dios?

Por: P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E. | Fuente: teologoresponde.com.ar 

Pregunta:

Estimado Padre: Yo se por la escritura que la ley de nuestro señor es Amar a Dios con toda nuestras fuerzas y con toda nuestra mente e inteligencia, así como al prójimo como a uno mismo. Con esta ley no se da cabida al pecado. Sin embargo, es fácil decir….amar con todas tus fuerzas…pero ¿hacerlo?…. ¿En que depende que en mi crezca más el amor, que puedo hacer para que el amor a Dios en mi sea cada vez más grande? Quiero amar a Dios al máximo.

Respuesta:

Hay que distinguir entre los medios para adquirir la caridad hacia Dios y los medios para crecer en ella.

Disposiciones para «adquirir» la caridad son fundamentalmente dos.

La primera es la escucha amante de la Palabra divina; porque, humanamente hablando, cuando escuchamos hablar bien de alguien nos encendemos en su amor. Y esto hacen las divinas Escrituras que nos hablan de Dios. Por eso dice el Salmo: La palabra de Dios lo inflamaba (Sal 104,19); y los discípulos de Emaús lo experimentaron de Cristo gran exegeta cuando dicen: ¿Acaso no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino abriéndonos de la Escrituras? (Lc 24,32).

A esto hay que añadir la continua meditación de los bienes divinos. Dice Santo Tomás: «si quieres conseguir el amor divino, medita sus bienes». Pues muy duro sería quien meditando los dones y bienes que ha recibido de Dios, los peligros de los que ha sido librado por Dios, y la felicidad que Dios le ha prometido… no comienze a arder en el divino amor.

Otras son, en cambio, las disposiciones que nos hacen crecer en la caridad ya adquirida.

La primera de ellas es el desapego de las cosas terrenas, pues un corazón no puede tender perfectamente hacia cosas diversas. Por eso no se puede amar a Dios y al mundo. Por el contrario, el amor de uno crece según disminuye el amor al otro.

La segunda disposición es la paciencia en las adversidades. Cuanto más graves cosas soportamos por aquel a quien amamos, menos se destruye nuestro amor sino que, por el contrario, crece. Las muchas aguas (que podemos entender como tribulaciones) no pudieron apagar el amor, dice el Cantar de los Cantares (8,7). Así se puede entender místicamente las palabras del Génesis referidas al arca de Noé: aumentaron las aguas (las tribulaciones) y el arca (el alma y la Iglesia) se elevó a las alturas (Gn 7,17).

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