¿Cómo quiero ser? ¿Un fiel labrador o quiero actuar como los viñadores del Evangelio?

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Los labradores del Evangelio creen que la viña es suya, se creen dueños, capaces de hacer con ella lo que quieran. Pero se equivocan, la viña es de Dios. Él sabe lo que quiere hacer con ella; lo que Él pide son los frutos que hayamos producido en ella. Porque la viña es de Dios, Él pide sus frutos «a su tiempo». Como cristianos estamos llamados a cuidar y sembrar en todo tiempo, para que, cuando el dueño de la viña pida los frutos, podamos dárselos.

Trabajemos bien la viña del Señor, para dar los frutos que Él nos pida. ¿Cómo? Haciendo siempre su voluntad. Estando siempre en contacto con Él, para no creernos los dueños y querer hacer en la viña lo que queramos. Normalmente el dueño conoce las necesidades y también nos conoce bien, como para poder pedir lo mejor para la viña y para nosotros.

No seamos como los labradores de la viña, que se creyeron dueños e hicieron lo que ellos querían, ambicionaron lo que no era suyo. Asumieron una actitud posesiva y se negaron a entregar lo que no era suyo.

Dios no se olvida de su viña, siempre está atento a ella, confía en que las manos que la trabajen cosecharán y entregarán los frutos a su tiempo.

Para hacer entender cómo Dios Padre responde a los desprecios opuestos a su amor y a su propuesta de alianza, el pasaje evangélico pone en boca del jefe de la viña una pregunta: «Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».
Esta pregunta subraya que la desilusión de Dios por el comportamiento perverso de los hombres no es la última palabra. Está aquí la gran novedad del cristianismo: un Dios que, incluso desilusionado por nuestros errores y nuestros pecados, no pierde su palabra, no se detiene y sobre todo ¡no se venga! Hermanos y hermanas, ¡Dios no se venga! Dios ama, no se venga, nos espera para perdonarnos, para abrazarnos.
(Ángelus de S.S. Francisco, 8 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía para recordar todo su amor por mí y pedirle perdón por las veces en que he rechazado su amor y no he trabajado por labrar su viña.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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