Componer el mundo

Algo recurrente en la oración, es pedir a Dios que nos arregle el mundo, que acabe con la maldad humana, que evite el aborto, las guerras y la explotación del hombre por el hombre y muchos otros pecados. Qué fácil, pero no es el plan de Dios arreglarnos la humanidad sin nosotros. Esa es nuestra tarea. Que Él nos proteja de los desastres naturales, eso sí es asunto suyo.

También es costumbre rezar en México a la Virgen de Guadalupe, y le pedimos que salve a nuestra patria y conserve nuestra fe. O sea que le pedimos que ella haga nuestra tarea: que salve a México, pero eso lo tenemos que hacer nosotros, en vez de esperar sentados a que la Señora de Guadalupe haga nuestro trabajo.

Lo mismo de conservar la fe: es tarea de cada cristiano y de todos como Iglesia, el conservar la fe en nosotros mismos, en nuestras familias y en aquellos sobre quienes podemos tener alguna influencia. Claro que un empujoncito divino no cae mal.

Por supuesto que no está nada de más el pedir la ayuda divina o materna, para que México se salve y se conserve la fe. Al contrario, es indispensable la oración, y somos escuchados. Digamos que Dios es subsidiario; espera que hagamos lo que esté a nuestro alcance, y en lo que no podemos, Él se encarga.

El mundo está cada vez más lleno de infieles pragmáticos, esos que el confort moderno les hace pensar que no necesitan a Dios. Para que vuelvan a la fe, la mejor arma es la oración. Pero también ayuda mucho la difusión de la Verdad, el llamado a volver a Dios, y el buen ejemplo.

A veces también esperamos que de pronto el cielo tiemble con la voz de Dios que llama a la cordura, a volver a Él; pero no, tampoco es ese su plan. Lo que Él espera es que nosotros seamos también la conciencia del mundo, que seamos sus voceros, llamando a la gente a la reconversión del alma, como algunos de sus profetas, a quienes envió para pedirla a soberanos y pueblos.

Y componer al mundo, eso sí nos queda grande como tarea, y sólo el Señor puede hacerlo, moviendo los corazones y las mentes de los hombres, para que actúen conforme a su divina voluntad y no bajo las tentaciones del demonio.

Sólo Dios puede vencerlo, y sólo Él puede llegar a los responsables de todo el mundo, en sus diversos ámbitos de autoridad, para que la humanidad vea por el servicio a los demás, en vez de hacer la guerra (de todo tipo), de matar a millones por abortos, o de permanecer inconmovibles ante la tiranía, la pobreza, el hambre y la enfermedad de millones de seres humanos.

Pero esa gigantesca tarea de componer el mundo, es la suma de millones de personas que hacen lo que esté a su alcance, y en esas millonadas humanas estamos cada uno de nosotros. Siempre hay algo que podemos hacer, en vez de estar sentados y preocupados pidiendo al Señor que haga nuestro trabajo de caridad cristiana.

Debemos practicar la caridad como la pide el Señor, “dad y se os dará”, que va desde compartir cosas materiales, dar tiempo, hasta enseñar y predicar con el ejemplo. Educar a los hijos en el amor de Dios, dar buen consejo a quien tengamos cerca, y mucho más, que no es nada difícil enumerar.

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