Creer en Dios es creer en el amor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

 

¿Qué significa creer?¿Qué significa creer en Dios?¿Qué implica decir «yo creo en Dios»?

Jesús se presenta como el pan de vida, es decir, como el pan que sacia en plenitud el hambre de amor, de felicidad, de eternidad.

Se presenta como luz que ilumina el sendero de la vida. Se presenta como la vida verdadera; como una promesa que tiene su cumplimiento en el presente.

Jesús se presenta como un Dios que está vivo. Él sabe que somos hombres y, como hombres que somos, quiere saciar nuestra necesidad. Sabe que necesitamos un Dios concreto, un Dios que podamos ver y tocar pues comprende que no somos sólo espíritu y, por ello, no solamente se da, sino que se entrega en totalidad hoy en la Eucaristía.

Es verdad que sigue velado por el misterio y necesitamos fe pero, Él continúa estando…, ahí, callado, sencillo. Es Dios que hoy sigue repitiendo: «El que crea en mí, ése tendrá vida eterna.»

Por tanto, creer en Dios significa creer en alguien que está vivo, aquí presente, que no simplemente conoce mis necesidades más profundas y más particulares, sino que también quiere dar a ellas una respuesta.

Creer en Dios significa creer que sí existe alguien en quien puedo encontrar lo que mi corazón necesita. Creer en Dios es creer en el amor.

La fe que profesamos en la resurrección nos lleva a ser hombres de esperanza y no de desesperación, hombres de la vida y no de la muerte, porque nos consuela la promesa de la vida eterna enraizada en la unión con Cristo resucitado.

Esta esperanza, que la Palabra de Dios reaviva en nosotros, nos ayuda a tener una actitud de confianza frente a la muerte: en efecto, Jesús nos ha mostrado que esta no es la última palabra, sino que el amor misericordioso del Padre nos transfigura y nos hace vivir en comunión eterna con Él. Una característica fundamental del cristiano es el sentido de la espera palpitante del encuentro final con Dios.

(Homilía de S.S. Francisco, 3 de noviembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré a lo largo de mi día hacer una visita a la Eucaristía.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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