Creer en la luz que es Cristo

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Seguramente, más de alguna vez, hemos encendido una vela en un lugar que está muy oscuro. Y lo primero que contemplamos, indudablemente, es como esa pequeña llama se convierte en una luz que va creciendo, iluminando todo lo que está en nuestro entorno.

En el Evangelio de hoy vemos como Jesucristo dice: Yo soy la Luz del mundo, el que crea en mí no estará en tinieblas. Cuando pasamos por momentos difíciles en la vida y nos cuesta recibir lo que el Evangelio nos da, es justo ahí cuando tenemos que encender esa vela en nuestro corazón, para que sea el Señor quien ilumine hasta el último rincón. La gran pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Queremos verdaderamente dejar que la luz de Cristo penetre esa parte que aún está en oscuridad? La oscuridad del egoísmo, de la soberbia, de rencores, pasiones, etc.

«Todas las palabras de la teología moral deben dejarse plasmar por esta lógica misericordiosa, que hace encontrarlas, en efecto, como palabras de vida en plenitud. De hecho, son un eco de las del Maestro que dice a sus discípulos que no ha venido “para condenar al mundo, sino para salvarlo”, y que la voluntad de su Padre es que “tengan vida y la tengan en abundancia” y participen en la plenitud de su alegría. “Si bien es verdad que hay que cuidar la integridad de la enseñanza moral de la Iglesia, siempre se debe prestar especial cuidado en destacar y alentar los valores más altos y centrales del Evangelio, particularmente el primado de la caridad como respuesta a la iniciativa gratuita del amor de Dios”.»
(Discurso de S.S. Francisco, 9 de febrero de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy haré un examen, veré esas partes en las que aún no hay luz y me dejaré acompañar por Cristo por medio del sacramento que más necesite mi alma.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

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