Cuando oren, digan…

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¡Señor, enséñanos a orar!. Éste es el grito que rota de los labios de los apóstoles y que resuena en nuestros corazones. ¿El motivo? No sabemos cómo pedir a Dios, no sabemos cómo hablarle. Jesús nos enseña en el Padrenuestro que Dios se interesa totalmente por nuestro bienestar y por exactamente lo mismo que a nosotros nos preocupa: Nuestras necesidades materiales, nuestras relaciones con los demás y nuestra relación con Dios.

Cuando decimos danos hoy nuestro pan de cada día, no sólo le estamos pidiendo literalmente por algo que poner en la mesa, le estamos pidiendo que nos de aquello que necesitamos. Por eso, no debemos avergonzar de hablar con Él de las cosas más sencillas, como el hecho de querer un nuevo refrigerador o de haber comprado una mascota; y ni qué se diga de hablarle de cosas importantes, pues Él es un padre que se interesa por cada uno de sus hijos.

Cuando pedimos el perdón de nuestros pecados- como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden- le estamos básicamente hablando de cómo es nuestro trato con los demás y le estamos pidiendo que nos mida con la misma medida que nosotros les aplicamos a ellos.

Cuando pedimos que no nos deje caer en tentación le pedimos que no permita que nos separemos de Él por el pecado, reconocemos que somos débiles y que sin su ayuda no podemos nada.

Así pues, el Padrenuestro es la oración perfecta porque nos enseña con sencillez a orar como Jesús: con la confianza de un hijo que sabe que su Padre le escucha. ¿Ya he aprendido a orar así?

En la oración del Padre Nuestro Jesús ha querido alojar la misma enseñanza de esta parábola. Ha puesto en relación directa el perdón que pedimos a Dios con el perdón que debemos conceder a nuestros hermanos: «y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores». El perdón de Dios es la seña de su desbordante amor por cada uno de nosotros; es el amor que nos deja libres de alejarnos, como el hijo pródigo, pero que espera cada día nuestro retorno; es el amor audaz del pastor por la oveja perdida; es la ternura que acoge a cada pecador que llama a su puerta. El Padre celestial -nuestro Padre- está lleno, está lleno de amor que quiere ofrecernos, pero no puede hacerlo si cerramos nuestro corazón al amor por los otros.
(Homilía de S.S. Francisco, 17 de septiembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Voy a hacer una visita a Cristo Eucaristía, rezaré un Padrenuestro meditando en lo que estoy diciendo y pidiendo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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