Cuanto pidan al Padre en mi nombre, se les concederá

Por: José Jonathan Martínez Ruiz | Fuente: Catholic.net

Meditación del Papa Francisco

La audacia es una gracia. El coraje. San Pablo decía dos grandes actitudes que tiene que tener el cristiano para predicar a Jesucristo. El coraje, el ánimo de ir adelante y el aguante de soportar el peso del trabajo. Ahora es curioso. Esto que se da en la vida apostólica debe darse en la oración también. O sea una oración sin coraje es una oración “chirle”, que no sirve.

Acordémonos de Abrahán cuando, como buen judío, le regatea a Dios. Que si son 45, que si son 40, que si son 30, que si son 20. O sea es “caradura”. Él tiene coraje en la oración.

Acordémonos de Moisés cuando Dios le dice “mira a este pueblo yo no lo aguanto más, lo voy a destruir, pero quédate tranquilo que a vos te voy a hacer líder de otro pueblo mejor”.

“No, no, si borras a este pueblo, me borras a mí también”. ¡Ánimo! En la oración con coraje. Rezar con coraje. “Todo lo que ustedes pidan en mi nombre, si lo piden con fe, y creen que lo tienen, ya lo tienen”. ¿Quién reza así? ¡Somos flojos! El coraje, ¿no? Y después el aguante. Aguantar las contradicciones. Aguantar los fracasos en la vida. Los dolores, las enfermedades, no sé, las situaciones duras de la vida. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 25 de octubre de 2014).

Reflexión
Todos hemos experimentado el amor de nuestros papás. Nos hemos identificado con el amor que nos han tenido desde nuestro nacimiento. Pero Dios Padre, que nos amó desde antes de la creación del mundo y desde antes de que viniéramos al mundo, es un Padre afectuoso, que piensa en nosotros en cada instante, sin disminuir nunca su amor. Nos creó por amor, nos redimió por amor, y nos santifica, porque quiere vernos a su lado.

Propósito
Hoy hablaré del amor de Dios Padre con mis familiares, haciéndoles ver su mano providencial en nuestras vidas.

Diálogo con Cristo
Padre Santo, sé que no puedo amarte de la misma forma con que Tú me has amado, porque has llegado a la donación de tu Hijo Amado, pero quiero agradecerte por el gran don que nos has hecho en tu Hijo único, pues con Él hemos vuelto a ocupar un lugar en tu Divino Corazón.

Related posts

*

Top