El hombre de fe puede abrir agujeros en el Cielo

Por: Orlando Carmona | Fuente: Catholic.net

Este episodio es relatado por los tres sinópticos (Mt 9,1-8; Mc 2,1-12; Lc 5,17-26), aunque en contextos distintos, por lo que es más fácil situarlo en el suyo propio. En Mateo se dice que Jesús sube a la barca y luego llega a su pueblo, en cambio en Marcos se omite la barca y “vuelve de nuevo a Cafarnaúm”, en Lucas Jesús está enseñando y en donde había algunos fariseos y doctores de la ley.

«Después del comienzo del ministerio en Galilea, Jesús fue objeto de la admiración del pueblo. Esta se hizo manifiesta ya en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,22). Se vio crecer en la sinagoga de Cafarnaúm (Mc 1,22). A raíz de la curación del endemoniado en la misma sinagoga, la fama de Jesús se extendió por toda Galilea (Mc 1,28). La admiración llego al tope después de la curación del leproso, de tal manera que Jesús se vio obligado a aislarse (Mc 1,45). Los fariseos seguían todos los movimientos de Jesús con suma atención, aunque públicamente no mostraron ninguna reacción. Es probable que la curación del leproso diera un toque de alarma, este hombre se va haciendo demasiado popular, su fama crece de modo constante y lo peor, se muestra independiente de la línea oficial que ellos representan, ha llegado el momento del enfrentamiento público»[1].

ANALISIS GRAMATICAL AL TEXTO GRIEGO
(A. Robertson) [2]

1. Otra vez en Capernaum después de algunos días (palin eis Kapharnaoum di’ hëmerön). Después de la primera gira por Galilea, cuando Jesús está de vuelta a la ciudad que es ahora el cuartel general para la obra en Galilea. La frase di’ hëmerön significa días que intervienen en medio (dia, duo, dos) de la partida y el retorno. En casa (en oiköi), esto es, en la casa de Pedro, ahora la casa de Jesús. Otra imagen directamente proveniente del discurso de Pedro. Algunos de los manuscritos dicen aquí “eis oikon”, ilustrando la práctica identidad de significado de en y eis. Corrió la voz (ëkousthë). Fue oído (primer aoristo pasivo de indicativo, de akouö, oír). La gente esparció el rumor: «Está en casa, ha llegado».

2. Tanto que ya no quedaba sitio ni aun delante de la puerta (höste mëketi chörein mëde ta pros tën thuran). Otro gráfico detalle marcano visto a través de los ojos de Pedro. El doble compuesto negativo del griego intensifica el negativo. Esta puerta de la casa parece que se abría a la calle, no a un patio como en las casas más grandes. La casa estaba a rebosar dentro, y había una gran multitud fuera que colmaba el espacio. Y les hablaba la palabra (kai elalei autois ton logon). Y les estaba hablando la palabra, donde Marcos emplea su favorito y descriptivo tiempo imperfecto (elalei). Nótese esta palabra laleö empleada de la predicación de Jesús (originalmente suena como el piar de los pájaros, el hablar de los niños, pero en este caso es una clase más seria de habla). En contraste con legö (decir) es más bien una palabra onomatopéyica con un cierto énfasis en el son y manera del habla. Este término es común en los ejemplos vernaculares de los papiros acerca de las relaciones sociales.

3. En esto, llegan (kai erchontai). Una buena ilustración del vívido presente dramático histórico de Marcos, preservado por Lucas 5,18, pero no por Mateo 9,2 (imperfecto). Llevado por cuatro (airomenon hupo tessarön). Otro gráfico detalle marcano, que no se halla en los otros Evangelios.

4. Acercarse (proseggisai). Abrieron un boquete en el techo (apestegasan tën stegën). Destecharon el techo (nótese la paronomasia en el griego y el cognado acusativo). El único ejemplo de este verbo en el N.T. Una palabra infrecuente en griego tardío. Subieron por una escalera en el exterior, quizá una escalera de mano, hasta el techo plano de tejas, y agujerearon (exoruxantes) el tejado. Así, había tejas (dia tön keramön, Lc. 5:19) de arcilla e incluso losas de piedra introducidas para dar resistencia, que tenían que ser quitadas. No está claro dónde se hallaba Jesús (hopou ën), bien en el piso de abajo (Holtzmann) o en el de arriba (Lightfoot), o en el cuadrángulo (atrium o compluvium, si la casa tenía uno). Sobre los tejados se extiende una mezcla de mortero, brea, cenizas y arena y se prensa fuertemente, creciendo hierba en las grietas. En las casas de los pobres en el campo la hierba crece con mayor abundancia, y se pueden ver las cabras sobre los tejados, comiéndola. Bajaron la camilla (chalösi ton krabatton), otra vez un presente histórico, en aoristo en Lucas 5,19 (kathëkan). El verbo significa descender de un lugar más alto, como de una barca. Es probable que los cuatro hombres ataran una cuerda a cada esquina de la camilla o cama de pobre (krabatton, latín grabatus. Una de las palabras latinas de Marcos). Mateo (9,2) tiene klinë, es el término general para cama. Lucas tiene klinidion (cama pequeña o camilla). La palabra empleada por Marcos es común en los papiros, y se escribe también krabbatos, en ocasiones krabatos, mientras que W, el Códex Washingtonius, tiene krabbaton.

5. La fe de ellos (tën pistin autön). La fe de los cuatro hombres y la del hombre mismo. No hay razón alguna para excluir su fe. Tenían toda la confianza en el poder y la buena disposición de Jesús para sanar este caso desesperado. Son perdonados (aphientai, presente pasivo aoristo). Así Mateo 9,3, pero Lucas (5,20) tiene el perfecto pasivo dórico apheöntai. Lo asombroso tanto para el paralítico como para los cuatro amigos es que Jesús le perdonó los pecados en lugar de sanarlo. Es probable que sus pecados hubieran causado la parálisis.

6. Allí sentados … Ios cuales razonaban en sus corazones (ekei kathëmenoi kai dialogizomenoi en tais kardiais autön). Otra de las imágenes de Marcos a través de los ojos de Pedro. Estos escribas (y fariseos, Lc. 5,21) estaban allá para provocar, para detectar deficiencias en las enseñanzas y en la conducta de Jesús. Su popularidad y poder habían llenado sus corazones de celos. No hay evidencias de que dijesen en voz alta los pensamientos de sus corazones, «dentro de sí» (Mt. 9.3). No era necesario, porque sus miradas los traicionaban, y Jesús conocía sus pensamientos (Mt. 9,4; Lc: 5,22). Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu (euthus epignous ho lësous töi pneumati autou, Mc. 2,8). El Señor percibe en el acto la atmósfera cargada de hostilidad en la casa. El debate (dialogizomenoi) en sus corazones estaba escrito en sus rostros. No había salido ninguna voz, pero sí que estaba todo electrizado con el sentimiento de ellos.

7. Está blasfemando (blasphëmei). Ésta es la acusación no dicha de palabra, pero que estaba en sus corazones, y que Jesús leyó como en un libro abierto. El texto correcto aquí tiene este verbo. Ellos justifican la acusación con la convicción de que sólo Dios tiene el poder (dunatai) de perdonar pecados. La palabra blasphëmeö significa habla injuriosa o calumniosa. Para ellos era blasfemia que Jesús asumiera esta prerrogativa divina. La lógica de ellos era correcta. El único fallo en ella era pasar por alto la posibilidad de que Jesús tuviera una peculiar relación con Dios que justificara su reivindicación. Así, las dos fuerzas chocan aquí, como en la actualidad, con respecto a la deidad de Cristo Jesús. Sabiendo bien que había ejercido la prerrogativa de Dios al perdonar los pecados de aquel hombre, pasa a justificar su reivindicación sanándolo.

8. Para que sepáis (hina eidëte). Los escribas hubieran podido intentar cualquiera de las alternativas en el versículo 9 con la misma impotencia. Jesús podía pronunciar cualquiera de ambas con la misma efectividad. De hecho, Jesús eligió primero la más difícil, el perdón, que ninguno de ellos podía ver.

Así ahora lleva a cabo el milagro de sanidad, que todos podían ver, para que todos pudieran saber que (el Hijo del Hombre, la favorita designación de Cristo para sí mismo, una reivindicación de ser el Mesías en términos que no podrían ser objetados con facilidad) Él tenía realmente la autoridad y el poder (exousian) para perdonar pecados. Él tiene el derecho y el poder (exousian) para perdonar pecados, aquí y ahora, sin esperar al día del juicio. Dijo al paralítico (legei). Este notable paréntesis en medio de la oración aparece también en Mateo 9,6 y Lucas 5,24, prueba de que ambos, Mateo y Lucas, siguieron la narración de Marcos. Es inconcebible que los tres escritores hubieran introducido, independientemente, el mismo paréntesis en el mismo lugar.

9. A la vista de todos (emprosthen pantön). Lucas 5,25 sigue a Marcos en este detalle. Tomó (aras) su camilla y salió andando, yéndose a casa tal como Jesús le había ordenado (Mc. 2,11). Fue una acción asombrosa e hizo innecesario para Jesús refutar más a los escribas en esta ocasión. El asombro (existasthai, nuestro término éxtasis, como aparece en Lc. 5,26) era demasiado general y grande para ser expresado en palabras. La gente solamente podía decir: «Nunca hemos visto nada como esto» (houtös oudepote eidamen). Jesús había actuado con el poder de Dios y había afirmado su igualdad con Dios, confirmando su afirmación. Todos se maravillaron ante las paradoxes (paradoxa, Lc. 5,26) de aquel día. Y glorificaban a Dios por todo ello.

 

ANÁLISIS REDACCIONAL DEL TEXTO

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa y pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta.

Cafarnaúm en griego significa “ciudad de Nahúm o también ciudad de consuelo”. Era una ciudad en la ribera noroeste del lago de Galilea, en la región de Zabulón y Neftalí.

No es nombrada en el AT, siendo posible que no existiera sino después de la cautividad. Era un centro de comercio referente a la pesca y un control de aduana, debido a encontrarse en la ruta comercial que discurría desde Siria al Mediterráneo. En Cafarnaúm Jesús la hizo su residencia habitual (Mt 9,1), frecuentó la sinagoga con regularidad para enseñar en ella (Jn 6,59; Lc 4,33). Allí escogió a Mateo mientras recogía los impuestos (Mt 9,9-13), sanó la fiebre de la suegra de Pedro (Mt 8,14-17; Mc 1,29), a un endemoniado (Mc 1,21-28), al hijo del oficial real (Jn 4,46-54) y a otros números de enfermos (Mt 8,16-17; Mc 1,32-34).

A pesar de las enseñanzas y de las obras de Jesús sus habitantes no aceptaron su mensaje. El Señor anuncio su ruina (Mt 11,23-24), que efectivamente se cumplió.

Mientras Él enseñaba su doctrina le quisieron presentar un paralitico que llevaban entre cuatro.

Jesús tenía como oficio principal exponer la Palabra de Dios y este interés se lo contagió a sus apóstoles, los cuales exclamaron «No está bien que nosotros abandonemos el trabajo de predicar la Palabra de Dios para dedicarnos a administrar» (Hch 6,2).

Existe un dato bien interesante en el pasaje evangélico y es que los camilleros “quisieron” llevar al paralitico a Jesús y no lo pudieron lograr por la gran cantidad de personas, sin embargo su fe era solida y no se desanimaron al primer intento. Cuantos cristianos hoy día se desaniman en su fe al primer inconveniente en sus vidas, su fe es inmadura.

Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.

Los camilleros nunca desfallecieron en su fe y se fortalecieron la dificultad. El paralitico es incapaz de hacer algún movimiento y es por ello que «quitan parte del techo» y bajan al enfermo. Los camilleros abrieron un agujero en el techo, un buen ejemplo para todos los cristianos que también pueden “abrir agujeros en el cielo” para que venga la bendición divina a nuestras vidas.

San Agustín dice al respecto: «Pertenece a la fortaleza cristiana no sólo obrar el bien, sino también tolerar el mal. Quienes parecen enfervorizarse en obrar el bien, pero no quieren o no pueden tolerar los sufrimientos inminentes, son los débiles. Quienes por un mal deseo, siendo amantes del mundo, se retraen de las buenas obras, yacen enfermos y lánguidos; éstos, por su misma enfermedad, como hallándose sin fuerza alguna, no pueden obrar bien alguno. Tal fue en el alma aquel paralítico: los que le llevaban no pudiendo presentarlo al Señor, abrieron el techo y por él lo dejaron caer (Mc 2,3-4). Es como si quisieras hacer esto con el alma: abrir el techo y poner ante el Señor el alma paralítica, descoyuntada en todos sus miembros y sin obra buena alguna, cargada con sus pecados y sufriendo con el mal de su deseo. Quizá están descoyuntados todos los miembros y padeces una parálisis interior y no puedes llegar al médico; tal vez se oculta el médico y está dentro, es decir, quizá está oculto el auténtico sentido de la Escritura; abre el techo y baja al paralítico, descubriendo lo que está oculto. Escuchasteis ya lo que oirán quienes no hacen esto o lo realizan negligentemente: no fortalecisteis a la que estaba débil y a la que estaba fracturada no la vendasteis«. (Sermón 46,13)

Las casas de los judíos eran de ladrillos y en menor cantidad de piedra, por su parte el techo era llano, formado por ramas mezcladas con tierra arcillosa y piedras pequeñas. Estaba rodeado de un parapeto y formaba una terraza de múltiples usos; para dormir en las noches de verano, para los trabajos domésticos, las conversaciones y la oración.

Viendo Jesús la fe de aquellos hombres le dijo: «Hijo tus pecados te quedan perdonados». Algunos escribas que estaban ahí sentados comenzaron a pensar: «¿Por qué habla así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?»

El milagro se activo no por la presencia del paralitico sino por la fe de los camilleros, por su perseverancia.

Jesús quiere sanar primeramente nuestra alma para ofrecernos luego la salud corporal, por eso dijo: «Hijo tus pecados te quedan perdonados«.

El término pecado en hebreo no tiene un concepto técnico, sin embargo para designar una transgresión, una falta se utiliza la familia de términos griegos de la raíz «hamart» que es la más frecuente. El termino griego principal es «harmatia» que literalmente significa la acción de errar en el blanco.

Entre los múltiples términos tenemos:

paráptôma: Significa “paso en falso, caída” (Mt 6,14; 18,35; Mc 11,25; Rom 4,15; 5,15).
parábasis: Termino que denota “pie que traspasa” siempre en relación con la ley:
ofeilema: Metafóricamente se expresa del pecado como «deuda», por cuanto exige una expiación (Mt 6,12)
anomía: Es la «carencia de ley, desorden», en sentido de rechazo del principio mismo de la Ley o voluntad de dios (1Jn 3,4).
adikía: Termino afín al anterior que indica un estado de «injusticia, irrectitud» (Lc 13,27; 16,18; 18,6; 1Co 13,6; 2Ts 2,10; Rom 1,18).

 

En última instancia el pecado siempre es una ofensa contra el carácter santo de Dios y sus mandamientos.

Siguiendo el texto dice que estaban allí uno escribas y que empezaron a reprochar las palabras de Jesús. El término viene del hebreo «sôfér» que significa contar. Del griego «grammateus» que significa las letras, los escritos los textos.

El escriba era un especialista e intérprete oficial de las escrituras santas. Hacia la edad de 40 años de prolongados estudios, esta persona era nombrada escriba, lo que le confería autoridad en las decisiones jurídicas, especialmente en el Sanedrín, donde tenía derecho a un puesto. En muchos ocasione Jesús reprocha a los escribas por sus excesos debido a su ciencia y a la preocupación por los honores (Mt 21,3-33; Lc 11,45-52).

Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: ¿Por qué pensaron así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralitico «Tus pecados te son perdonados o decirle: -Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa?» Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados. Le dijo al paralitico: «Yo te mando, levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa».

Jesús conoce nuestras intenciones y Él es el único que tiene autoridad o mando para erradicar alguna enfermedad en nuestro cuerpo. El mismo Jesús se hace llamar «Hijo del hombre«, expresión tomada de dos traducciones: La primera se remonta a Ezequiel 2,1 y la segunda a Daniel 7,13 y es de tipo apocalíptico. La expresión la realizo Jesús en 3ra persona como lo hace ordinariamente sin preocuparse por definirse como Mesías y hace referencia a su misión, que es misión del Padre, mediante la cual lleva a cabo su acción salvadora de la humanidad sometido a los poderes terrenales de la inhumanidad.

«Jesús envía al hombre a su casa, no al templo. No le manda al lugar santo de los sacerdotes, ni a la escuela doctrinal de las sinagogas donde siguen razonando los escribas. Le devuelve a su casa, es decir, al espacio de vida normal, convertido desde ahora en campo donde viene a expandirse y se refleja el perdón ya recibido»[3].

El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «¡Nunca habíamos visto cosa igual!».

El paralitico tomó su camilla que ya no la necesitaba más y salió de allí dando la gloria a Dios. Hoy también los cristianos deben dar las gracias por la gran cantidad de bendiciones de Dios en nuestras vidas.

ACTUALIZACION

• Jesús es el único que tiene el poder y la autoridad para perdonar los pecados. Solamente necesita de nuestro arrepentimiento sincero, de nuestro deseo interior de cambiar de vida. Muchas veces es el pecado el que tiene obstruida y paralizada nuestra vida, vivimos inmersos en un mundo de dolor, desesperación y pena.

• El cristiano de hoy día puede abrir agujeros en el cielo para ser escuchado por Dios y atraer las bendiciones divinas, solamente se necesita un corazón dispuesto al servicio del Evangelio y la entrega total a los demás.

• Nuestras familias, comunidades y continente necesita de personas dispuestas a llevar a Jesús a todas aquellas personas que se encuentran pasando una situación difícil, la camilla representa el medio por el cual el paralitico es llevado a Jesús, nosotros tenemos múltiples medios también como la oración, el anuncio de la Palabra, el testimonio.

• Nuestra vida necesita dar testimonio de la gloria de Dios. Hoy cada vez menos hablamos de lo que Jesús hizo y sigue haciendo por cada uno de nosotros. Vemos que en Semana Santa ya no se perciben las películas que por muchos años nos hablaban del relato de la Pasión Muerte y Resurrección de Jesús. Han sido sustituidas por novelas. Ese tiempo litúrgico que es de recogimiento es empleado muchas veces para tomar licor, para visitar familiares y Dios permanece ausente de nuestras vidas.

 

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