Estaba curado y veía con toda claridad

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Jesús pasa cada día por el camino de tu vida y quiere socorrerte en tus necesidades. Sabe que necesitas de Él. Cristo ha venido a «liberar a los oprimidos» pero, para hacerlo, tú mismo debes reconocer aquello que te oprime. Nadie puede ayudar a quien no necesita ayuda. Sólo el que se reconoce necesitado puede ver la mano que se le tiende en auxilio.

En una sociedad en la que ya no existen líneas tan definidas entre lo que está bien y lo que está mal, es fácil confundirse y alejarse del camino por donde pasa Jesús. Algunos estarán metidos en senderos que alteran la visión de la realidad, como el pensar que la vida es una fiesta sin responsabilidades, la pornografía o las drogas; otros estarán en senderos desviados simplemente por no haber encontrado suficiente apoyo y sostén para madurar en el amor y tomar así el control de sus vidas.

Saber reconocer en qué parte del camino te encuentras y ser capaz de dialogarlo con Jesús, te abre plenamente a la experiencia del amor paternal de Dios. ¿En qué parte del camino te encuentras?

«Una palabra de consolación, fundada sobre el hecho de que Dios es padre para su pueblo, lo ama y lo cuida como un hijo; le abre delante un horizonte de futuro, un camino factible, practicable, sobre el que podrán caminar también “el ciego y el cojo, la preñada y la parida”, es decir, las personas en dificultad. Porque la esperanza de Dios no es un milagro, como ciertas publicidades donde todos aparecen sanos y bellos, sino una promesa para la gente real, con virtudes y defectos, potencialidad y fragilidad, como todos nosotros: la esperanza de Dios es una promesa para la gente como nosotros.»
(Ángelus S.S. Francisco, 28 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Invitaré a un amigo a hacer una visita a la Eucaristía.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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