Hacer del Amor una realidad

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El ejemplo de Cristo no simplemente es algo que debemos admirar, que debemos contemplar o que debemos conocer. Su ejemplo no es como una pintura, un libro o una canción que, por su hermosura, por su originalidad o su musicalidad nos hace decir: ¡Qué hermoso…! ¡Qué interesante!

Es verdad que debemos hacer todas estas cosas, admirarlo, contemplarlo, conocerlo; pero si hay un verdadero encuentro con Aquél que admiramos, con Aquél que contemplamos, con Aquél que conocemos, vamos a querer plasmar todo aquello de lo que hemos sido testigos en nuestra vida.

Admirar su paciencia es saber que Dios es paciente con cada uno de nosotros. Contemplar su misericordia es experimentar que Dios nos perdona. Conocer su amor es sabernos amado por Él.

Todo inicia con un verdadero encuentro. No con la imagen de Dios, o con la idea que tenemos de Él pues, cuando es así, el ser paciente o el perdonar depende de la mayor o menor intensidad de la imagen que tengamos de Él. Sin embargo, cuando verdaderamente hemos tenido un encuentro con su Amor, con su paciencia y misericordia; cuando hemos sido nosotros los que hemos sido perdonados, los que han sido amado, es ahí cuando nos damos cuenta que no simplemente podemos decir: ¡Qué interesante! Nos sentimos llamados a hacer de ese amor una realidad.

Como el rey de la parábola, Dios se apiada, prueba un sentimiento de piedad junto con el de la ternura: es una expresión para indicar su misericordia para con nosotros. Nuestro Padre se apiada siempre cuando estamos arrepentidos, y nos manda a casa con el corazón tranquilo y sereno, diciéndonos que nos ha liberado y perdonado todo. El perdón de Dios no conoce límites; va más allá de nuestra imaginación y alcanza a quien reconoce, en el íntimo del corazón, haberse equivocado y quiere volver a él. Dios mira el corazón que pide ser perdonado. El problema, desgraciadamente, surge cuando nosotros nos ponemos a confrontarnos con nuestro hermano que nos ha hecho una pequeña injusticia.
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de agosto de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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