Hay una realidad más grande

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Vemos en el Evangelio de hoy, la genealogía de nuestro Señor, y cómo a través de todas esas generaciones, para ser más exactos, cuarenta y dos generaciones, viene el Salvador del mundo para saldar la cuenta del pecado de nuestros primeros padres.

Cristo tuvo una genealogía humana, igual que nosotros la tuvimos, pero hay una realidad más grande, y es que tenemos una genealogía espiritual, esto es, que somos hijos de Dios. «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!». (1 Jn 3, 1). Nunca nos podemos olvidar que tenemos al Padre de los padres, aquel que es Amor y misericordia y nos ama como somos, con nuestros defectos y con nuestras cualidades. Él nos ha amado, nos ama y nos seguirá amando por lo que somos y no por lo que le podemos dar. Si de algo nos tenemos que gloriar en este mundo es que tenemos por Padre a Dios. No seremos los dueños del castillo, pero somos los hijos del Rey.

«En el Evangelio hemos escuchado la genealogía de Jesús, que no es una simple lista de nombres, sino historia viva, historia de un pueblo con el que Dios ha caminado y, al hacerse uno de nosotros, nos ha querido anunciar que por su sangre corre la historia de justos y pecadores, que nuestra salvación no es una salvación aséptica, de laboratorio, sino concreta, una salvación de vida que camina. Esta larga lista nos dice que somos parte pequeña de una extensa historia y nos ayuda a no pretender protagonismos excesivos, nos ayuda a escapar de la tentación de espiritualismos evasivos, a no abstraernos de las coordenadas históricas concretas que nos toca vivir».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de septiembre de 2017).

Dialogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Dar gracias a Dios hoy en la comunión o con una comunión espiritual, por haberme hecho su hijo (a).

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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