Hoy celebramos a María Auxiliadora, la que sostiene en tiempos difíciles

En el cielo nos quedaremos gratamente sorprendidos al conocer todo lo que María Auxiliadora ha hecho por nosotros en la tierra”, decía San Juan Bosco, gran propagador del amor a esta advocación mariana que ha estado en la Iglesia y las familias cristianas desde antiguo ante los tiempos difíciles.

Los cristianos de los primeros siglos llamaban a la Virgen María con el nombre de Auxiliadora. Tanto así que los dos títulos que se leen en antiguos monumentos de oriente son: Madre de Dios (Teotokos) y Auxiliadora (Boetéia).

Santos como San Juan Crisóstomo, San Sabas y San Sofronio la nombraban también con esta advocación, siendo San Juan Damasceno el primero en propagar la jaculatoria: “María Auxiliadora, ruega por nosotros”.

«Oh María tú eres poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda», proclamó tiempo después San Germán.

En el siglo XVI, el Papa San Pío V, gran devoto de la Madre de Dios, después de la victoria del ejército cristiano sobre los musulmanes en la batalla de Lepanto, mandó que se invocara a María Auxilio de los cristianos en las letanías.

En la época de Napoleón, el Papa Pío VII estaba apresado por este emperador y el Pontífice prometió que si salía libre, decretaría una nueva fiesta mariana en la Iglesia. Napoleón cae, el Santo Padre retorna triunfante a su sede pontificia el 24 de mayo de 1814 y decreta que todos los 24 de ese mes se celebraría en Roma la Fiesta de María Auxiliadora.

Al año siguiente nació San Juan Bosco, a quien la Virgen se le apareció en sueños para que le construyera un templo con el título de Auxiliadora. Es así que el Santo inició dos monumentos: el físico que es la Basílica de María Auxiliadora de Turín y el “vivo” conformado por las Hijas de María Auxiliadora.

San Juan Bosco aseguraba a sus jóvenes que él y muchos fieles obtenían grandes favores del cielo con la novena a María Auxiliadora y la jaculatoria dada por San Juan Damasceno.

“Confiad siempre en Jesús Sacramentado y María Auxiliadora y veréis lo que son milagros”, afirmaba San Juan Bosco.

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