Hoy es la fiesta de María de San José, primera Beata de Venezuela

La primera Beata de Venezuela, Madre María de San José, fue una religiosa, cofundadora y primera Superiora General de la Congregación «Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús», la cual se dedicó a la atención hospitalaria de ancianos pobres, niños abandonados y enfermos de su país.

La religiosa nació el 25 de abril de 1875 en el pueblo de Choroní en Venezuela y fue bautizada en octubre de ese mismo año con el nombre de Laura Evangelista Alvarado Cardozo.

A la edad de 5 se mudó con sus padres a la ciudad de Maracay y a los 13 años recibió la primera comunión, haciendo un voto de virginidad el 8 de diciembre de 1888, día de la Inmaculada Concepción.

Ese mismo año López Avelado fundó el primer hospital de su ciudad, el Hospital San José, y la Beata se dedicó al cuidado de los enfermos como hermana hospitalaria. Asimismo, el 22 de enero de 1901 fue consagrada como hermana hospitalaria agustina adoptando el nombre de Sor María de San José.

Cerca de los 24 años, Laura recibió del padre López la dirección y administración del hospital. Al poco tiempo se fundó la congregación «Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús» y en 1903 Laura se convierte la Superiora de la comunidad adoptando el nombre Madre María de San José.

La actividad de su congregación se caracterizó por la fundación de asilos, orfanatos, casas maternas, hospitales y, colegios. En total se fundaron 35 casas a nivel nacional.

La Beata falleció el 2 de abril 1967 en Maracay. Sus restos reposan en la Capilla de las Hermanas Agustinas del Hogar «Inmaculada Concepción» de Maracay donde transcurrió la mayor parte de su vida.

En 1982 ocurrió el milagro por el cual sería beatificada: la curación de la hermana Teresa Silva, que quedó inválida por una penosa enfermedad y a quien la Madre le había profetizado su curación años antes.

El 7 de mayo de 1995 el Papa San Juan Pablo II la declaró oficialmente beata. «La Madre María es una mujer que supo fundir de manera admirable oración y acción (…) consumándose en un amor ilimitado hacia Dios y en la práctica de la más genuina caridad hacia el prójimo», dijo en aquella oportunidad el Santo Padre.

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