Hoy es la fiesta de San Longinos, el centurión que por órdenes de Pilatos, estuvo con otros soldados al pie de la cruz del Señor Jesús y el que traspasó su costado con una lanza.
Longinos pronunció la famosa frase que lo convirtió en el primer converso a la fe cristiana: «verdaderamente, Éste era Hijo de Dios».
También se dice que se estaba quedando ciego, pero cuando utilizó la lanza contra Cristo, una gota del Salvador cayó sobre sus ojos y lo dejó sano al instante.
Muy pronto cayó en manos de los perseguidores, que lo llevaron a juicio, y como se rehusó a ofrecer sacrificio, el gobernador ordenó que se le quebrantaran a golpes todos los dientes y que le cortaran la lengua.
Sin embargo, el santo cogió un hacha y redujo a fragmentos los ídolos, de donde salió una horda de demonios que se apoderó del gobernador y sus ayudantes, que comenzaron a dar gritos y gemidos.
Longinos fue hacia el gobernador y le dijo que solo con su muerte podrá ser curado, por lo que fue condenado a ser decapitado.
Tan pronto fue ejecutado el santo, el gobernador mostró su arrepentimiento y en el mismo momento recuperó la cordura y terminó su vida haciendo toda clase de buenas obras.