La lógica de Dios

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

 

Definitivamente la lógica de Dios no es la lógica de los hombres. Muchas veces no es que nuestra lógica sea una lógica equivocada sino que nos cuesta aceptar que es una lógica limitada. He ahí nuestra equivocación.

A veces podemos intentar meter a Dios en una especie de fórmula en donde podamos tener seguro el resultado de la operación. O en otras palabras, a veces intentamos tener el control de nuestra vida, que nada se nos escape…, A + B = C, y basta.

Se nos puede olvidar que la vida va más allá de razonamientos lógicos…, de un aspecto simplemente natural; es necesario dar el paso a lo sobrenatural.

Sólo de esta manera es cómo podemos entender el poder de Dios; solamente de esta manera es cómo podemos ir conociendo la voz de Dios. Si nos quedamos simplemente en un plano meramente «humano», tratando de meter a Dios en una ecuación, nos daremos cuenta que el resultado no concuerda, pues no estamos hechos simplemente para caminar en las calles de lo finito sino también para emprender el vuelo hacia la eternidad.

Nuestra equivocación está en quedarse hasta donde pensamos que podemos llegar y no llegar hasta donde Dios nos quiere llevar. La primera es la lógica de los hombres, la segunda es la lógica de Dios.

No depositar nuestra confianza en los bienes efímeros, a usar las cosas sin apego y egoísmo sino según la lógica de Dios, la lógica de la atención a los demás, la lógica del amor. Nosotros podemos estar muy pegados al dinero, tener muchas cosas, pero al final no las podemos llevar con nosotros. Recordad que «el sudario no tiene bolsillos».
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de agosto de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer un acto de fe poniendo en las manos de Dios alguna situación que vaya más allá de lo que puedo hacer y de mi comprensión.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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