La pedagogía de Dios.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Parece increíble que somos capaces de discutir con Dios y pedirle pruebas que nos revelen claramente su divinidad. No hay duda que a veces podemos tener una actitud farisaica al buscar señales evidentes y claras para tener una fe fácil y sencilla.

Cristo responde, pero no siempre como lo esperamos. Parece que se enoja al escuchar lo que le pedimos. Nos llama la atención y, por consecuencia, los meros placeres de creer desaparecen. Cuando Cristo se aleja los gustos pasajeros se desvanecen. Nos quedamos sin palabras, sin saber qué hacer…

Comienza un silencio en donde nuestro pensamiento regresa sobre aquello que es esencial.

Al desaparecer las emociones y los sentimientos momentáneos, el núcleo de nuestra fe se pone a prueba, se fortalece… es aquí un momento perfecto para poner al centro de nuestra vida lo que verdaderamente es de importancia.

Empezamos a buscar a un Cristo que, según nuestro parecer, se ha alejado. ¿Dónde está? Recorremos medio mundo y hasta cierto punto nos podemos desesperar, pero debemos tener presente que se nos da la oportunidad de buscarle.

Este Dios, en medio de la prueba, parece que se aleja sin responder, pero la realidad es que ha entrado en lo más profundo de nuestra persona, lo encontramos en lo más profundo de nuestro corazón.

¿Después de tanta búsqueda cuánto le podemos valorar?

Cuando el corazón es duro esto no se entiende. La misericordia de Dios se entiende sólo si tú eres capaz de abrir tu corazón para que pueda entrar. Y esto sigue: el corazón se endurece y vemos la misma historia en el pasaje del Evangelio. Estaba la gente que había estudiado las Escrituras, los doctores de la Ley que conocían la teología, pero eran muy cerrados. La gente ¡tenía fe en Jesús! Tenía el corazón abierto: imperfecto, pecador, pero el corazón abierto. En cambio, estos teólogos tenían una actitud cerrada. Buscaban siempre una explicación para no comprender el mensaje de Jesús.
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 3 de marzo de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar a Dios en una persona en concreto, abrirle mi corazónpara escucharle y tratarlo como Cristo lo haría.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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