Lo que da sentido al dolor

Duele profundamente en el corazón cuando buscamos en Dios consuelo; cuando buscamos amor y no sólo no lo encontramos sino que parece rechazarnos… parece indiferente… Pasa desapercibido.

Muchas veces no entiendo tu silencio, Señor, ante mis palabras, ante mis reclamos y necesidades; aun ante las necesidades más puras, más humanas, más sencillas. Parece que mi pecado te repele, parece que mi miseria es tanta que tu atención no merece.

Acepto que al darme cuenta de esto muchas veces callo. No hablo más…Me refugio en la soledad…

No sé por qué algo en mí quiere seguir gritando; necesita ser escuchado y sigo recurriendo a Ti…A Ti que parece que no escuchas…parece que callas…parece que rechazas. Te sigo buscando como necesidad del alma que sabe que sólo en Ti puede sanar, que solo en Ti puede descansar.

Comprendo que el amor es necesidad. Es un camino difícil de recorrer. Comprendo que el amor, si es verdadero, viene acompañado del dolor. Ahí se purifica, se prueba, se hace verdadero.

El que persevera en el amor es el que te encuentra. El que te encuentra le da sentido al dolor; no deja de gritar de sentir necesidad, de recorrer a Ti, pero siempre con la esperanza de que escucharás, que estarás conmigo aun en la más profunda soledad.

Señor, enséñame a amar. Enséñame a perseverar en el camino de la fe y del amor. No dejes que me rinda ante tu silencio…No dejes que me rinda en el camino del amor.

«Ir a lo fundamental, a no dejarle a Cristo las migajas de nuestro tiempo o de nuestra alma, sino a llevarlo todo a ese amistoso coloquio con el Señor, “estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de marzo de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Dedicaré un momento de mi día a responder estas preguntas: ¿Cómo está mi fe en Dios? ¿Cómo está mi amor a Dios?

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Related posts

*

Top