Lo único que tenemos que hacer es confiar

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Lo único que tenemos que hacer es confiar

Hay oraciones que nunca han salido más allá de nuestra boca; se han quedado en cuatro paredes, en nuestro pensamiento y en nuestro corazón.Son oraciones que muestran aquello que anhelamos, y aunque no las digamos, estamos seguros que Dios las conoce.

Ese tipo de oraciones, que también son deseos, podemos confiar que Dios los ha puesto en nuestro corazón pues los quiere cumplir; nosotros lo único que tenemos que hacer, es confiar.

Confiar en que si éstos vienen de Dios se cumplirán; confiar en que se realizarán, quizá no pensábamos, pero siempre de la mejor manera, pues Dios siempre da más de lo que uno puede esperar.

Confiar… Confiar…

Suena muy fácil; de hecho, es sencillo de escribir, pero no lo es tanto de vivir. Sin embargo, tenemos que recordar que Dios es un Dios que calla, que escucha y responde. Un Dios que muchas veces se nos ha acercado y nos dice «No teman pues su petición ha sido escuchada». Un Dios que nos conoce y sabe cuáles son nuestros profundos deseos…, nuestras más profundas ilusiones y que nos concederá aquello que no necesitamos y que incluso no hemos sabido pedir.

Confiar…confiar…

El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades terrenales, pero iluminándolas con la luz que viene de Dios. El confiarse de forma prioritaria a Dios y la esperanza en Él no comportan una huida de la realidad, sino restituir laboriosamente a Dios aquello que le pertenece. Por eso el creyente mira a la realidad futura, la de Dios, para vivir la vida terrenal con plenitud y responder con coraje a sus desafíos.
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer un acto de confianza en mi prójimo, obedeciendo con prontitud y confianza, lo que hoy se me pida.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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