Oración para no caer en la esterilidad

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Más que dar una lección sobre los frutos en la vida, al final das a los apóstoles una lección de fe y una invitación a la oración.

A veces, Señor, vivo preocupado por producir frutos en mi vida. Sin embargo, al final de este pasaje me hablas de la fe. La fe que implica poner todo de mí al servicio de Ti y de tu Reino, pero que en definitiva seas Tú quien produzca los frutos.

La fe me impulsa a creer en totalidad que no es por mérito mío que se dan frutos de santidad, de apostolado en mi vida. El celo apostólico se basa en esta fe que sabe que los frutos no son para mí mismo sino para Ti y para tu Reino. El celo apostólico, sin la fe, se convierte en filantropía vacía, en acciones positivas.

Los frutos sólo pueden ser productos de la fe. De ver la acción tuya detrás de mis acciones, tu trabajo detrás del mío, tu sudor dentro del mío.

La otra lección que das a los apóstoles, después que han visto la higuera seca, es sobre la oración. Esto es importante pues con ello me recuerdas mi vocación, llamada, también, a la vida profunda de oración. Es fundamental al apóstol mantener una vida de oración consistente. Los frutos se inician a cosechar en la oración y no sólo en el campo de batalla.

Dame la gracia de tener una fe sólida y una vida de oración firme que me permita dar fruto abundante por Ti y por tu Reino.

El Evangelio de hoy propone tres modos de vivir en las imágenes de la higuera que no da frutos, en los comerciantes del templo y en el hombre de fe. […] Les invito a pedir al Señor que nos enseñe este estilo de vida de fe y que nos ayude a no caer nunca, a nosotros, a cada uno de nosotros, a la Iglesia, en la esterilidad y en el mundo de los negocios.
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de mayo de 2015, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy pondré un mayor esfuerzo en el rezo de mis oraciones: buscaré un buen lugar fuera de distracciones y pediré la gracia guardar el silencio, interior y exterior.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

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