Origen divino de la Iglesia Catolica

Por: Concepción Carnevale | Fuente: Catholic.net

El universalismo cristiano se puso pronto de manifiesto, en contraste con el carácter nacional de la religión judía. A Antioquía de Siria, una de las grandes metrópolis de Oriente, llegaron discípulos de Jesús fugitivos de Jerusalén. En Antioquía, el universalismo de la Iglesia se hizo realidad y allí fue, precisamente, donde los seguidores de Cristo comenzaron a ser llamados cristianos.

La admisión de los gentiles en la Iglesia había sido una novedad difícil de comprender para muchos judio-cristianos, aferrados a sus viejas tradiciones. En el año 29 se reunió el denominado concilio de Jerusalén para tratar de estos problemas tan fundamentales. El Apóstol Pedro, una vez más, habló con autoridad en defensa de la libertad de los cristianos, en relación con las observancias legales de los judíos. El «concilio», a propuesta de Santiago, obispo de Jerusalén, acordó no imponer leyes puramente rituales de la religión judía a los conversos gentiles. Así quedó resuelto de modo definitivo el problema de las relaciones entre Cristianismo y Ley mosaica.

El origen divino de la Iglesia

La Resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba decisiva de la verdad de su doctrina. «Si Cristo no resucitó – escribió San Pablo -, vana es nuestra predicación y vana es vuestra fe» (I Cor XV, 14). Desde entonces los Apóstoles se presentarían a sí mismos como «testigos» de Jesucristo resucitado (cfr. Act II, 22; III, 15), lo anunciarían por el mundo entero y sellarían su testimonio con la propia sangre. Los discípulos de Jesucristo reconocieron su divinidad, creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y recibieron la plenitud de la Revelación, transmitida por el Maestro y recogida por la Escritura y la Tradición.

Pero Jesucristo no sólo fundó una religión «el Cristianismo», sino también una Iglesia. La Iglesia «el nuevo Pueblo de Dios» fue constituida bajo la forma de una comunidad visible de salvación, a la que se incorporan los hombres por el bautismo. La constitución de la Iglesia se consumó el día de Pentecostés, el día en que el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos, y a partir de entonces comienza propiamente su historia.

 

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