¿Quién es el Espíritu Santo y cómo actúa en mi vida?, pregunta el Papa a cada cristiano

VATICANO, 09 May. 16 / 05:03 am (ACI).-

Pocos días antes de la Fiesta de Pentecostés, el Papa dedicó la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta a hablar del Espíritu Santo y explicar cómo obra en cada persona si de verdad se le recibe.

El Papa comentó las lecturas de la liturgia del día y dijo que muchos aseguran haber “aprendido del Catecismo” que el Espíritu Santo está “en la Trinidad” pero luego no saben “nada más sobre el Espíritu Santo”.

“El Espíritu Santo es el que mueve la Iglesia, es aquél que trabaja en la Iglesia, en nuestros corazones, es el que hace de cada cristiano una persona distinta a la otra, pero de todos juntos hace una unidad”.

“Es aquél –continuó- que lleva adelante, abre las puertas de par en par y te invita a dar testimonio de Jesús”.

Francisco siguió diciendo: “Es aquél que en nosotros nos enseña a mirar al Padre y a decirle: ‘Padre’. Nos libra de esa condición de huérfano a la que el espíritu del mundo nos quiere llevar”.
“El Espíritu Santo es el protagonista de la Iglesia viva. Es aquél que trabaja en la Iglesia”, repitió una vez más. Pero hay un peligro: “que cuando no vivimos esto, cuando no estamos en lo alto de esta misión del Espíritu Santo” reduzcamos “la fe a una moral, una ética”.

Por ello, uno no debe cumplir solo los mandamientos: “esto se puede hacer, esto no se puede hacer, ‘¡hasta aquí sí, hasta allá no! Y de ahí a la casuística y a una moral fría”.

El Papa advirtió entonces que el cristianismo “no es una ética: es un encuentro con Jesucristo”. Y es el Espíritu Santo “el que me lleva a este encuentro con Jesucristo”, añadió.

“Pero nosotros, en nuestra vida, tenemos en nuestro corazón el Espíritu Santo como un ‘prisionero de lujo’: no dejamos que nos impulse, no dejamos que nos mueva. Hace todo, sabe todo, sabe recordarnos qué ha dicho Jesús, sabe explicarnos las cosas de Jesús”.

Y “sólo el Espíritu no sabe hacer una cosa: cristianos de salón. ¡Esto no lo sabe hacer!”, advirtió el Pontífice. “No sabe hacer ‘cristianos virtuales’, y no virtuosos. Él hace cristianos reales, Él se encarga de la vida real así como es, con la profecía de leer los signos de los tiempos, y nos lleva adelante así”.

“Es el gran prisionero de nuestro corazón. Decimos: ‘es’ la tercera Persona de la Trinidad y terminamos ahí…”, denunció.

En la homilía, aseguró que esta semana “nos hará bien reflexionar sobre qué hace el Espíritu Santo en mi vida” y preguntarse si nos “ha enseñado el camino de la libertad”.

El Espíritu que está en cada uno, “me impulsa a ir fuera: ¿tengo miedo?”. “¿Cómo es mi valentía, la que me da el Espíritu Santo para salir de mí mismo, para testimoniar a Jesús?”. E incluso: “¿Cómo es mi paciencia ante las pruebas? Porque también la paciencia la da el Espíritu Santo”.

“En esta semana de preparación a la Fiesta de Pentecostés pensemos: ‘¿De verdad lo creo o es una palabra, para mí, el Espíritu Santo?’. Y busquemos hablar con Él y decir: ‘Se que Tú estás en mi corazón, que Tú estás en el corazón de la Iglesia, que Tú llevas adelante la Iglesia, que Tú haces la unidad entre nosotros, pero siendo diferentes cada uno de nosotros, en la diversidad de todos nosotros…’. Decirle todas estas cosas y pedir la gracia de aprender –pero en la práctica, en mi vida– qué hace Él. Es la gracia de la docilidad a Él: ser dócil al Espíritu Santo”.

Lectura comentada por el Papa:

Primera lectura

Hechos 19:1-8
1 Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Efeso donde encontró algunos discípulos;
2 les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?» Ellos contestaron: «Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo.»
3 El replicó: «¿Pues qué bautismo habéis recibido?» – «El bautismo de Juan», respondieron.
4 Pablo añadió: «Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, o sea en Jesús.»
5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
6 Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar.
7 Eran en total unos doce hombres.
8 Entró en la sinagoga y durante tres meses hablaba con valentía, discutiendo acerca del Reino de Dios e intentando convencerles.

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