Religiosas encuentran agua en zona desértica de Kenia y abastecerán a miles

La religiosa española, María José Vila, de 67 años, es misionera el convento de clausura de las Agustinas Recoletas en la diócesis de Machakos-Makueni (Kenia), después de once años de intentos fallidos en busca de agua en esa zona desértica de África finalmente ha encontrado agua potable con la que podrá abastecer a la población cercana.

Según explica la religiosa en AVAN, la agencia de noticias de la Archidiócesis de Valencia (España), el convento de clausura en el que viven “fue construido en una zona muy seca donde nos dijeron que encontraríamos agua pero tras ocho excavaciones en busca de pozos dejamos de intentarlo”.

El convento de las Agustinas Recoletas está formado por 18 religiosas, 16 de ellas originarias de Kenia, una filipina y la española Mª José Vila que es la responsable del convento. Se dedican a la oración y como trabajo elaboran casullas, albas y formas para consagrar.

Después de once años viviendo en esa zona y ocho intentos de excavaciones, la religiosa explica que construyeron “un aljibe en un río a más de 2 kilómetros para traer agua, nos llevó varios años y tuvimos que hacer canalización con tuberías subterráneas hasta el convento”.

Esta canalización duró un tiempo “pero se rompían las tuberías y el agua llegaba muy sucia, incluso con el purificador, por lo que no fue una solución definitiva”.

Pero hace meses volvieron a perforar en busca de agua, “contra toda esperanza”, pero según afirma “seguían confiando en Dios y al final lo hemos conseguido”.

Según recuerda en el momento en el que salió el agua “estábamos todas las hermanas sentadas alrededor de la excavación, nerviosas porque era nuestra última oportunidad, y cuando vimos el agua abundante lloramos de alegría e, incluso, el ingeniero que hizo el proyecto técnico cayó de rodillas”.

Tras encontrar agua, las religiosas tuvieron que completar la instalación “con una bomba, tuberías y tanques”, algo en lo que han invertido todos sus fondos y que, según afirma ha sido “toda una hazaña y un gran regalo de Dios”.

El agua del pozo “nos ha cambiado la vida, hemos conseguido la primera cosecha de verduras en la huerta y los alrededores del convento están completamente verdes”, explica la religiosa agustina recoleta.

También subrayó que además pueden compartir el agua “con el poblado porque somos conscientes de que el agua es un derecho que no se puede negar a nadie y menos aún en una zona desértica como ésta”.

Para realizar su trabajo en la elaboración de formas para consagrar, la Fundación Ad Gentes del Arzobispado de Valencia les ha proporcionado ayuda para sufragar la compra de una máquina, ya que recientemente se les estropeó una de las dos que tenían. “Con una máquina no podemos responder toda la demanda de nuestra diócesis”, precisa.

La hermana María José también precisó que además de mantener el convento, con el dinero que sacan de la fabricación de formas, también ayudan a otras personas, “especialmente madres de familia”.

La hermana María José, que estuvo 15 años en Filipinas antes de llegar a Kenia, asegura que en sus 30 años de vida contemplativa ha tenido “una vida preciosa” y cada día es “más feliz”.

“Allí donde he estado he sentido a Dios, a las personas, el gozo de la creación y de darme a los demás sin esperar nada a cambio. En medio de mi pobreza, creo que soy inmensamente rica y no echo nada de menos porque tengo a Dios y a mis hermanas”.

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