Rogar y ponerse en camino

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Rogar. Es importante rogar al Señor. Pero jamás hemos de olvidar: después de que Jesús nos dijo «rueguen», dijo «pónganse en camino». ¿Activismo? No, realismo. Jesús mismo vivía con tal ímpetu su vida, que parecería difícil no identificarlo como un activista. Sin embargo estaba muy lejos de serlo.

El activista tiene puesta su confianza en sí mismo. El cristiano tiene puesta su confianza en Dios, a quien conoce, con quien tiene contacto frecuente, con aquél que es su motivación y su fuerza. El cristiano vive con el deseo de imitar a Cristo y en ello encuentra su plenitud. Por ello nunca desespera: porque su fundamento es sólido. Incluso en tiempos de crisis, en tiempos de preguntas sabe acudir a Dios.

Jesús, incluso en Getsemaní, hablaba con el Padre. Incluso en el calvario, cuando se sintió abandonado, habló con el Padre. Y en sus días cotidianos, la mañana, y muchas de sus noches, las dedicaba a su Padre. La jornada la dedicaba a darle gloria con sus obras. Rogaba y se ponía en camino.

Rogar y ponerse en camino. Dios me ha regalado la inteligencia y la voluntad para darle gloria. Primero le doy gloria poniéndolas a su escucha. Después le doy gloria poniéndolas en acción según sus palabras.

Salir, ponerse en camino, encontrarse juntos, trabajar por la paz: no sólo son movimientos físicos, sino sobre todo del espíritu, son respuestas espirituales concretas para superar la cerrazón abriéndose a Dios y a los hermanos. Dios nos lo pide, exhortándonos a afrontar la gran enfermedad de nuestro tiempo: la indiferencia. Es un virus que paraliza, que vuelve inertes e insensibles, una enfermedad que ataca el centro mismo de la religiosidad, provocando un nuevo y triste paganismo: el paganismo de la indiferencia.
No podemos permanecer indiferentes.
(S.S. Francisco, discurso el 20 de septiembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Asistir, preferentemente, a una Hora Eucarística para hacer un balance de mis actitudes: ¿Puedo mejorar en algo mi vida?, ¿confío mucho y actúo poco? Si actúo mucho, ¿con que espíritu lo hago?, ¿con uno consciente de que todo lo que hago puede dar gloria a Dios?

Te pido la gracia, Señor, de crecer en la conciencia de que mi vida puede ser una continua alabanza.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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