Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net Condenar es fácil. Tan fácil como beber un vaso de agua. Porque la sed nos lleva a buscar una bebida que nos alivie, y porque la condena, aparentemente, sirve para desahogar rencores que corroen nuestras almas. Pero las condenas pueden ser injustas, o desproporcionadas, o amargas. La…