Un amor total

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

El corazón no está hecho para migajas y sobras de amor…, no está hecho para un amor abstracto. El corazón está hecho para un amor concreto…, para un amor que goce, que sufra, un amor total.

El corazón no se contenta con ideas y amores de película… exige un amor real.

Jesús conoce mi corazón, pues Él lo ha creado y sabe, aún más que yo, lo que necesita. Sabe lo que necesita el que ama y lo que necesita el amado. También sabe que el corazón lo busca a Él y sólo a Él… lo sabe muy bien.

Jesús escucha los reclamos ante su ausencia. Escucha mis oraciones vacías ante su silencio pues desespero al no verlo.

Te pido que me muestres tu rostro y… ¡Ahí estás! Te muestras, te revelas en el prójimo… te revelas en sus heridas.

Quieres amar en mí y ser amado en el otro. Conoces los deseos que tengo de amor y te dejas amar en el otro. Sólo que… no te veo Señor; muchas veces sé que estás pero no te siento. Las debilidades e imperfecciones, propias y ajenas, me distraen, sin embargo, es ahí donde hay que amar… ahí me pides amar.

El amor que me inspiras en el silencio de la oración; el que me inspiras al contemplar la cruz…ése es el amor que me pides dar.

Nosotros los cristianos estamos llamados a contemplar el misterio del Amor no amado, y a derramar misericordia sobre el mundo. En la Cruz, árbol de vida, el mal ha sido trasformado en bien; también nosotros, discípulos del Crucificado, estamos llamados a ser “árboles de vida”, que absorben la contaminación de la indiferencia y restituyen al mundo el oxígeno del amor.
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de septiembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer un acto de caridad a una persona necesitada, consciente de que se lo estoy haciendo al mismo Cristo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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