Vaticano publica estas orientaciones pastorales para que la Iglesia ayude a desplazados

El Vaticano presentó orientaciones pastorales para que la Iglesia Católica pueda responder a las necesidades de las personas que han sido obligados a desplazarse en modo forzado de sus hogares por diferentes motivos, entre ellos, por conflictos armados que afectan directamente su seguridad.

Se trató de la primera rueda de prensa en línea que realizó la comunicación vaticana desde que comenzó la pandemia del coronavirus, COVID-19, y se llevó a cabo a través de la plataforma YouTube en la que, como es habitual, los periodistas pudieron seguir la presentación a distancia, pero también cinco periodistas pudieron preguntar a través de un enlace Skype.

La última rueda de prensa que se había llevado a cabo en la oficina de prensa de la Santa Sede fue el pasado 25 de febrero al medio día en la cual fue presentada la Asamblea plenaria de la Pontificia Academia para la Vida con el tema: “¿El ‘buen’ algoritmo? Inteligencia Artificial: Ética, Derecho, Salud”.

El documento “orientaciones pastorales sobre los desplazados internos” (“Pastoral Orientations on Internally Displaced People”) fue realizado por la sección Migrantes y Refugiados del Vaticano, que depende del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y fue presentado este 5 de mayo desde la Sala Gugliermo Marconi, que es un aula del histórico edificio de la Radio Vaticana, actualmente sede de Vatican News.

Actualmente, el texto de 55 páginas está disponible en inglésitaliano y francés. Tal documento describe buenas prácticas (“best practices”) para la labor pastoral de la Iglesia que puede ser aplicado por parroquias, movimientos eclesiales y asociaciones con inspiración cristiana.

En esta línea, durante la presentación moderada por el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, intervinieron los dos sub-secretarios de la sección Migrantes y Refugiados del Vaticano, el Cardenal Michael Czerny sj y el P. Fabio Baggio, junto a la coordinadora internacional de “advocacy” del Servicio Jesuita para los Refugiados (JRS), Amaya Valcárcel.

Al inicio de la presentación, Matteo Bruni explicó que al año 2018 existían 41 millones de personas dentro de la categoría “desplazados internos” (IDP, por las siglas en inglés: “Internally Displaced People”) y destacó que el nuevo documento busca “reforzar y no sustituir” los anteriores textos vaticanos, como el del Papa Francisco en 2013 “Acoger a Cristo” y la intervención del Santo Padre con ocasión de la conferencia “Migración y paz” realizada en febrero de 2017.

En este sentido, Bruni subrayó los cuatro verbos, que son el eje de la propuesta pastoral de la Iglesia en este ámbito y que el Santo Padre ha citado en diversas ocasiones: Acoger, proteger, promover e integrar y añadió la necesidad de “involucrar siempre a las comunidades de desplazados internos en las decisiones que les conciernen y que involucran su destino”.

Por su parte, el Cardenal Czerny destacó la importancia de que una comunidad local de la Iglesia, como por ejemplo una parroquia, puede llegar a las personas migrantes, que no siempre se localizan en las periferias de las ciudades, ya que “las periferias reales, que están cerca, son personas invisibles” y si, por ejemplo, estas parroquias ayudan a estas personas necesitadas es un “signo de gran esperanza”.

Asimismo, el purpurado recordó las palabras del Papa Francisco durante la oración extraordinaria por la pandemia del coronavirus, Covid-19, en que el Pontífice antes de impartir la bendición solemne Urbi et Orbi dijo “estamos en la misma barca” para recordar que la Iglesia Católica continúa a trabajar, como antes, y durante la pandemia, y lo seguirá haciendo después también a favor de las personas desplazadas, los migrantes, refugiados, las víctimas de trata de persona, pues son personas vulnerables.

Educación como respuesta pastoral

En este sentido, Amaya Valcárcel, coordinadora internacional de “advocacy” del JRS, destacó el rol de la educación, pues en esta labor de la Iglesia es fundamental. Se trata de una estrategia eclesial integrada “que combina la integración económica, a través de proyectos de acceso a pequeños empleos, junto al empoderamiento social y reconciliación”.

En esta estrategia educativa en la que la Iglesia Católica trabaja en la red Cáritas a favor de las personas desplazadas internas y migrantes es importante “trabajar conjuntamente con las poblaciones locales que no se desplazaron”, explicó Valcárcel.

Además, la abogada advirtió “el peligro de que la población de desplazados internos en el mundo, 50 millones de personas, quede totalmente invisibilizada” por lo que pidió a los medios de comunicación “visibilizar sus vidas, sus situaciones, ya que es necesaria y urgente la cooperación entre los distintos actores. Más aún en tiempos de pandemia”.

Por ello, Amaya Valcárcel puso como ejemplo a los supervivientes Ezidi en la zona de Duhok del Kurdistan Iraki, “en donde mujeres y niños se enfrentan a significativas necesidades de protección y atención psicosocial debido al desplazamiento crónico y al trauma del cautiverio de sus seres queridos en manos de ISIS”.

“El número de personas desplazadas internas en Irak (IDP) es más de un millón 500 mil y recientemente, entre el 18 y 22 de marzo, casi mil personas tuvieron que desplazarse en el distrito de Nínive como resultado de fuertes inundaciones”, explicó.

Finalmente, Amaya describió ejemplos en diferentes partes del mundo como Colombia país que el número de desplazados internos supera los cinco millones y medio de personas; en Myanmar las organizaciones humanitarias tienen acceso restringido a algunos campos IDP y “durante la pandemia actual la gente no tiene acceso a la información para protegerse del virus… las personas saben lavarse las manos, pero no tienen acceso a agua limpia, no tienen ni para beber”.

Esta organización católica está presente en 56 naciones, y realiza labor pastoral a favor de poblaciones desplazadas en 14 países. JRS trabaja pastoralmente en el campo de la educación. Como, por ejemplo, en el caso de Burundi en donde se trabaja “a favor de la reconciliación entre las personas que se desplazaron durante el conflicto y aquellas que se quedaron”; en Sudán del Sur trabajan “en la promoción de la educación a la paz, la resolución de conflictos y la reconciliación” a través de la creación de “iniciativas comunitarias para apoyar la rehabilitación y la reintegración en sus comunidades de origen” y en Afghanistán en donde hay proyectos “de educación a la paz y apoyo psicosocial, alfabetización de adultos, educación de calidad para niños y la capacitación de profesores”.

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