Así trabaja un centro católico para ayudar a sanar heridas afectivas de mujeres en prisión

El Centro de Psicología Católico Areté realizó recientemente una visita al “Complejo Carcelario y Penitenciario con alta y mediana seguridad” en San Cristóbal, en Antioquía (Colombia), en un esfuerzo por ayudar a sanar las heridas afectivas de las mujeres que cumplen su condena en prisión.

Siete psicólogos voluntarios del Centro Areté llegaron al centro penitenciario, en una visita que comenzó con la celebración de la Santa Misa. A continuación, se realizó un taller sobre sanación de heridas afectivas en base al libro “Reconciliación de la Historia Personal” del psicólogo católico Humerto Del Castillo Drago, director general de Areté.

Más adelante, las 50 reclusas que participaron en el taller tuvieron ocasión de dialogar con algunos de los psicólogos que llegaron al centro penitenciario.

Como recuerda la psicóloga Alis Bedoya Olaya, “fue una oportunidad de hablar sobre la reconciliación de heridas afectivas a mujeres que han sido heridas”.

Esas mujeres,indicó, tienen “necesidad de aceptar, perdonar, perdonarse sobre todo a sí mismas y a su historia y descubrir que en medio de su realidad es posible experimentar la reconciliación personal”.

Del Castillo Drago señaló que “cuando ingresamos al taller y las reclusas nos recibieron formando dos filas en medio de aplausos, sentí una conmoción interior profunda”.

“Me sentí el más indigno de los seres humanos, y pensé: ‘yo no merezco esté recibimiento, vengo a servir, a donar mi tiempo, a personas que están privadas de su libertad, que sufren mucho y que igual nos recibieron con mucha alegría y entusiasmo abriendo sus vidas y corazones’”, recordó.

La psicóloga Vanessa Garzón dijo por su parte que “fuimos al penal dispuestos a ofrecer un servicio, creyendo que íbamos a entregar… y ¡oh sorpresa! Llegamos a recibir, recibir profundas enseñanzas, recibir sonrisas desde un lugar que ha sido para ellas oscuridad, soledad, llanto y lamentos”.

Además, pudieron “aprender y recordar cuánta necesidad hay en nuestros hermanos”.

“No solo en este lugar hay miles de personas que buscan su libertad física e interior, afuera también hay miles. Salí de allí con el corazón agradecido, conmovido y esperanzado, unido a todos aquellos corazones que anhelan encontrar nuevos caminos”, expresó.

Otra de las voluntarias, Esmeralda García, que se forma en la carrera de psicología, lamentó que muchas veces los medios de comunicación presentan a las presas como “personas frías, mezquinas, deshumanizando sus realidades para casi convertirlas en personas sin sentimientos”.

“Con asombro la experiencia de entrar hoy en la cárcel de mujeres ha cambiado por completo esta imagen, al encontrarme con mujeres que aguardan la esperanza de tener una vida mejor, mujeres dignas de ser escuchadas, mujeres capaces de transformar realidades, pero con necesidades profundas de ser acompañadas, y de recobrar su dignidad de hijas de Dios”.

La psicóloga Yennifer García destacó la oportunidad de “encontrarme con la historia de cada una de las mujeres allí”, donde “puede sentir la misericordia de Dios para conmigo” y “llenarme de valor para escuchar y hablar con el misterio del amor verdadero que es Cristo Jesús para nosotros, el tener la oportunidad de engendrar una semilla que germine en los corazones con frutos abundantes, confianza y gratitud”.

“Dios ha estado bueno con nosotros y estamos alegres, me llevo los corazones quebrantados, las voces dulces y tiernas de sus ojos y la esperanza de muchas. Gracias Centro Areté por tan gratificante y enriquecedora labor”, expresó.

Al concluir la visita, las mujeres en prisión le regalaron al Centro Areté un cuadro de la Virgen de Guadalupe que ellas pintaron, donde se lee el mensaje “Cada detalle de ti, es una oportunidad de hacer brillar tu belleza interior”.

Además, le obsequiaron a cada uno de los psicólogos voluntarios una rosa blanca de papel.

Una de las mujeres les agradeció “por venir y hacernos un día diferente y maravilloso, por sacar un minuto de su tiempo para compartir con cada una de nosotras y sacarnos una sonrisa”.

“Dios les multiplique todo lo hacen para los seres humanos, mil y mil gracias”, concluyó.

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