Dar es recibir

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Te gusta recibir? ¿Te gusta que las personas hablen bien de ti? ¿Qué pasen tiempo contigo? Aún recuerdo hace algunos años cuando, sentado en la cama de mi cuarto, leí este Evangelio. Al leerlo me llene de temor, porque sabía que Jesús me hablaba literalmente a mí, me pedía que lo dejara todo y que lo siguiera a Él. En aquel momento veía solo lo que tenía que dejar y no veía todo lo demás que Él me quería dar. Hoy, después de varios años, puedo mirar hacia atrás y ver todo lo que Jesús me ha dado… y todo lo que falta.

Hoy te pregunto a ti, ¿qué es lo que Jesús te pide que dejes para seguirle a Él? Quizás no te pide que le entregues tu vida como a mí, pero quizás hay un vicio, demasiado trabajo, alguna mala costumbre. Entrégaselo y no veas solo lo que te va a costar, sino lo muchísimo más que te va a regalar. Y si Él te pide que le entregues tu vida, ¡no tengas miedo! ¡Él te dará la gracia!

«El corazón humano, muchas veces engañado, concibe el insensato proyecto de hacer de la vida un continuo aumento de espacios para depositar lo que acumula. Es un engaño. Precisamente aquí es necesario que resuene la pregunta: ¿De qué sirve ganar el mundo entero si queda el vacío en el alma? […] Queridos hermanos y hermanas, vivimos en un mundo preso del frenesí de poseer y al que le cuesta caminar como comunidad. El egoísmo es siempre fuerte».
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de septiembre de 2017 y Discurso 16 de marzo de 2019)).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pensar en aquello que le puedo entregar a Jesús y, si es momento, entregárselo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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