El beso de Dios

Por: P. Eduardo Lozano | Fuente: Desde la Fe

ENORMES DIFERENCIAS HAY entre cocinar un mole poblano y prepararse una sopa instantánea (y hay quienes prefieren o se resignan a dicha sopa); también hay gran distancia entre pasear de prisa y superficialmente que con la debida calma y preparación; y extiendo el contraste para marcar el abismo entre la lectura del instructivo de cualquier aparato a la lectura de un poema de Santa Teresa de Jesús, que pronto celebraremos…

QUE VALGA LO DICHO para marcar la diversa calidad y gusto entre una película o documental cualquiera (¡los hay bellos e interesantes, sin duda!) y el documental que se estrenó en salas de cine el jueves 22 de septiembre y que ya vi dos veces la semana pasada y que sin duda lo volveré a ver en grata compañía como suelo hacerlo…

VISTO CON SUPERFICIALIDAD, el documental “El BeSO de DiOS” no pasa de ser un recuento y recordatorio de la secuencia de la Santa Misa (como quien lee un poema al estilo “reporte del clima”), pero visto con un poco de atención, te darás cuenta que se trata de un poema catequético, es decir, de un conocimiento y profundización de la fe que, aunado a la belleza, te lleva a crecer en el amor a Dios y el compromiso con quien tienes al alcance de la mano…

EL DOMINGO apareció Lázaro –el mendigo- en el texto del evangelio dominical, personaje que conserva su nombre y su paz luego de cruzar el umbral de la muerte, muy al contrario de lo que sucede con el rico (ni nombre) lleno de angustia (y soberbia), que no fue llevado por los ángeles al “seno de Abraham”, sino llanamente enterrado…

NADIE QUE DIGA que está creciendo en la fe puede quedarse en la distancia o indiferencia ante los lázaros que siempre tenemos al alcance de la mano, a la puerta de nuestro palacio de autosuficiencia, llagados en el alma más que en el cuerpo, hambrientos de cercanía más que de pan, necesitados de tu tiempo y persona más que de dádivas derivadas de lo que materialmente te sobra…

LO DIGO CON PENA, sí, pero también con la voluntad de que podamos seguir cambiando los rumbos: muchos procesos de catequesis, tantas homilías dominicales, infinidad de charlas pre-sacramentales, cursos y cursos y cursos de Biblia, o de liturgia, o de pastoral urbana, o de lo-que-sea, no van más allá de un proceso de información (válido y útil, sí) o una capacitación práctica (necesaria, también), y no aterrizan en un compromiso con los abundantes lázaros que nos rodean por doquier…

LA BELLEZA VISTA, oída e interiorizada con el documental “El BeSO de DiOS” sin duda te ayudarán (como a mí) para renovar la vivencia de la fe que tiene un punto crucial en la celebración de la Eucaristía, pero que no se puede quedar sólo en decir “ay, qué bonito”, o en afirmar “eso ya lo sabía”, o en sentenciar “eso es lo que deberían hacer todos los padres”…

NO TE DARÉ DETALLES ni quiero llenarte de prejuicios, pero al ir al cine para ver “El BeSO de DiOS” pon atención a tres hilos conductores que no son directamente evidentes y que te ayudarán a disfrutar el filme: 1) la alegría y el dolor –pasajero- del alma enamorada, 2) la argucia y máscara del diablo –que siempre termina derrotado-, y 3) la magnificencia y prodigalidad del templo que no ha sido construido por mano humana sino por amor divino…

NADA DE EFECTOS especiales pues no es película de fiencia cicción (ese es nuevo género dígito-disléxico que pronto inventaré), nada de locaciones rebuscadas ni sets cinematográficos costosos –no hace falta sino lo natural-, nada de protagonismos estelares; más bien diversos testimonios de famosos y desconocidos que desbordan gratamente por su experiencia vivida, saboreada, compartida…

COMO EN TODA OBRA humana, también hay algunos puntos que me parecen perfectibles pero que no estorban ni demeritan el esfuerzo; detalles que tal vez sólo son percibidos por quisquillosos y criticones como este servidor; no obstante, te reto a que la veas y sigas descubriendo y paladeando los sabores de fe escondidos en este rico mole, las sorpresas artísticas de este encantador paseo, las metáforas visuales propias de este poema cinematográfico, de esta catequesis fílmica aderezada con un fondo musical por demás exquisito (volveré a ver “El BeSO de DiOS” pero ahora acompañado de Santa Teresa de Jesús)…

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