El corazón que no olvida

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Jesús, en este Evangelio, los discípulos han olvidado el pan en la orilla del lago. Parece un descuido cualquiera, pero Tú aprovechas la ocasión para instruirlos. Les dices que deben de tener cuidado con la levadura de los fariseos y de Herodes. ¿Cuál es esa levadura?

Me parece, Jesús, que te refieres a la tentación de olvidar.

Los fariseos no eran personas diabólicas, vivían hasta lo más pequeño de la ley; ayunaban frecuentemente; daban signos externos de piedad…pero en el fondo eran como unos panes muy grandes y hermosos por fuera, pero sin contenido alguno. Esto porque habían olvidado lo fundamental de su historia: Tu amor por ellos.

Me parece que lo mismo pasó con Herodes Antipas. Él fue hijo de un tirano sanguinario que te mandó matar cuando se vio burlado por los magos, sin embargo, él no tenía ninguna culpa de todas las atrocidades que su padre había cometido. De lo que sí era culpable era de haber sido capaz de renegar y de olvidar sus raíces judías con tal de hacerse con el poder. Era como un pan sin levadura: duro, frío.

Jesús, contra este peligro de olvidar pones en guardia a los apóstoles y les haces recordar los milagros que has hecho ante ellos. Lo mismo me repites hoy a mí: «No olvides las maravillas que he hecho por ti ni corras tan rápido por la vida que llegues a olvidar de dónde vienes y a dónde vas. Recuerda que siempre te he amado y que no podrás hacer nada para cambiarlo. Te amo, nunca lo olvides».

«Él nunca olvida, pero nosotros olvidamos el encuentro con Jesús. Y esto sería una bonita tarea para hacer en casa, pensar: ¿Cuándo he escuchado realmente al Señor cerca de mí? ¿Cuándo he escuchado que tenía que cambiar mi vida y ser mejor o perdonar a una persona? ¿Cuándo he escuchado al Señor que me pedía algo? ¿Cuándo he encontrado al Señor?’ Porque nuestra fe es un encuentro con Jesús. Este es el fundamento de la fe: he encontrado a Jesús. Y cuando te acuerdes, alégrate en ello, en ese recuerdo que es un recuerdo de amor. No hay que olvidar que Cristo entiende la relación con nosotros en el sentido de una predilección, una relación de amor de tú a tú».
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 24 de abril de 2015, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, delante de un crucifijo, le voy a agradecer a Dios por las tres mejores cosas que me hayan pasado en la vida.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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