El huésped es primer lugar en el Amor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús claro que estaba agradecido con el servicio atento de Marta. Pero había algo en la actitud de María que no podía ni ignorar ni negar… Algo que quedó resumido como «la mejor parte». ¿En qué consiste esta «mejor parte»?

Desde el momento del bautismo estamos consagrados a Dios. Hemos quedado especialmente escogidos para servirle y darle gloria con nuestras vidas. ¡Y cuánto gusto le da al Señor ver la entrega tan generosa de muchos cristianos! Le da una alegría inmensa todo ese número de hombres y mujeres que ayudan en la parroquia, en misiones, en obras de caridad…

Pero, por otro lado, ¿qué es mejor: servir a Cristo o estar para Cristo? Marta perdió de vista por un momento la Persona de Cristo, rodeada como estaba de actividades y de cosas. Porque existe el riesgo de olvidar que nuestra vida cristiana tiene un primer lugar: el amor personal. Dios se hizo un hombre como nosotros no sólo para hacer muchas cosas. Él, sobre todo, quiere vivir con nosotros, estar con nosotros. Y espera que nosotros también vivamos cerca de Él, por encima de lo que hacemos.

Cristo no es sólo un ideal abstracto o un «jefe de empresa». Él quiere ser un amigo, el mejor amigo. El primer lugar lo tiene el rato que pasamos para Él; el servicio que le hacemos es lo que sigue naturalmente de una amistad. ¿Es Cristo una persona real para mí? ¿Le doy el primer lugar a mi relación con Él?

«En su obrar hacendoso y de trabajo, Marta corre el riesgo de olvidar —y este es el problema— lo más importante, es decir, la presencia del huésped. Y al huésped no se le sirve, nutre y atiende de cualquier manera. Es necesario, sobre todo, que se le escuche. Recuerden bien esta palabra: escuchar. Porque al huésped se le acoge como persona, con su historia, su corazón rico de sentimientos y pensamientos, de modo que pueda sentirse verdaderamente en familia. Pero si tú acoges a un huésped en tu casa y continúas haciendo cosas, le haces sentarse ahí, mudo él y mudo tú, es como si fuera de piedra: el huésped de piedra. No. Al huésped se le escucha».
(Homilía de S.S. Francisco, 17 de julio de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré pasar un rato delante del Sagrario, acompañando a Cristo y agradeciéndole su cercanía.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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