El sentido e institución del bautismo

Por: Cristina Cendoya de Danel | Fuente: Catholic.net

Naturaleza

El Bautismo es el sacramento, por medio del cual, el hombre nace a la vida espiritual, por medio del agua y la invocación a la Santísima Trinidad.

El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, es el pórtico de la Vida en el Espíritu, y además es la puerta que nos abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo, somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo, y somos incorporados a la Iglesia, haciéndonos partícipes de su misión. (Catec. 1213)

Este sacramento se llama «Bautismo», en razón del elemento esencial del rito, es decir, el «bautizar» (baptizein en griego) que significa «sumergir», «introducir dentro del agua»; la «inmersión».

La «inmersión», significa eficazmente la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo, para así junto con Él, obtener una nueva vida en su resurrección. «Fuimos, pues, con El sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo resucitamos de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, y así también nosotros vivamos una nueva vida”. ( Ef. 5, 26 ).

Este Sacramento es llamado también «baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo «, (Tt.3, 5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual «nadie puede entrar en el Reino de Dios.» (Jn. 3,5).

«Este baño es llamado también porque, para quienes reciben, el espíritu queda iluminado…..». El bautizado se convierte en «hijo de la luz» ( 1Ts. 5,5 ), y en «luz» él mismo. (Ef. 5,8 ).

Podemos decir que, el Bautismo es el más bello y magnifico de los dones de Dios…… Es «Don», porque es Dios se lo da a los que nada han hecho para recibirlo y que se encuentran en un estado de pecado. Es porque lava; «Sello», porque nos guarda y es signo de la soberanía de Dios.

Institución

En las Sagradas Escrituras se encuentran muchas prefiguraciones de este sacramento. De esto se hace memoria en la Vigilia Pascual cuando se bendice el agua bautismal.

El Génesis nos habla del agua como fuente de la vida y de la fecundidad. La Sagrada Escritura dice que el Espíritu de Dios «se cernía» sobre ella. ( Gn. 1,2 ).

El arca de Noé es otra de las prefiguraciones que la Iglesia nos menciona. Por el arca, «unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvadas a través del agua.» ( 1 P. 3, 20 ). Si el agua de manantial significa la vida, el agua en el mar es un símbolo de la muerte. Por lo cual, pudo ser símbolo del misterio de la cruz. Por este simbolismo el bautismo significa «la comunión con la muerte de Cristo.» (Catec. n. 1220).

Sobre todo el paso del Mar Rojo, verdadera liberación de Israel de la esclavitud de Egipto, es donde se anuncia la liberación obrada por el bautismo, se entra como esclavos en el agua y salen liberados. También el paso por el Jordán, donde el pueblo de Israel recibe la tierra prometida, es una prefiguración de este sacramento. (Cfr. Catec. 1217-1222).

Todas estas prefiguraciones tienen su culmen en la figura de Cristo. Él mismo, recibe el bautismo de Juan, el Bautista, el cual estaba destinado a los pecadores y Él sin haber cometido pecado, se somete para «cumplir toda justicia» (Mt. 3,15). Desciende el Espíritu sobre Cristo y el Padre manifiesta a Jesús como su «Hijo amado». (Mt. 3, 16-17 ). Cristo se dejó bautizar por amor y humildad, y así darnos ejemplo.

Si recordamos el encuentro de Jesús con Nicodemo, vemos como Él le explica la necesidad de recibir el bautismo. (Cfr. Jn. 3, 3-5).

Después de su Resurrección confiere la misión de bautizar a sus apóstoles.“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id pues, enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. (Mt. 28, 18-19).

Con su Pascua, Cristo hizo posible el bautismo para todos los hombres. Ya había hablado de su pasión, «bautismo» con que debía de ser bautizado (Mc. 10,38) (Lc. 12,50). La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado por la lanza del soldado de Jesús crucificado (Jn. 19,34), son figuras del «bautismo» y de la «eucaristía», ambos sacramentos de la nueva vida ( 1 Jn. 5, 6-8); desde entonces es posible «nacer del agua y del Espíritu» para entrar en el Reino de Dios. ( Jn. 3,5 ).

Desde el día de Pentecostés, la Iglesia ha administrado el bautismo siguiendo los pasos de Cristo. San Pedro, en ese día, hace un llamado a convertirse y bautizarse para obtener el perdón de los pecados. El Concilio de Trento declaró como dogma de fe que el sacramento del Bautismo fue instituido por Cristo.

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