Hoy se conmemora al Beato Enrique Susso, místico alemán

El Beato P. Enrique Susso fue un místico, predicador, querido director espiritual y prodigio de santidad a lo largo de su vida. Además, se le conoce por ser discípulo de Eckhart de Hochheim, dominico alemán iniciador de una corriente y posterior escuela mística surgida a orillas del río Rin, en Renania (Alemania).

Según el Martirologio Romano, el beato fue un presbítero de la Orden de Predicadores (dominicos) que soportó pacientemente muchos contratiempos y enfermedades, compuso un tratado sobre la sabiduría eterna (El Pequeño Libro de la Eterna Sabiduría) y predicó a menudo sobre el Nombre de Jesús.

Nació en Suabia (Alemania) en 1296. A los 13 fue admitido como religioso en el convento de los Padres Dominicos en Constanza y tres años más tarde decidió consagrarse a una vida de estudio, oración y austeridad.

Tras la muerte de su maestro en 1328 –un año antes de su condena- escribió El Pequeño Libro de la Verdad con el que defendió las tesis de Eckhart “maltratadas a veces por personas, ignorantes aunque espirituales, que las han malinterpretado”, según relata en sus escritos.

Su segundo libro se llama Pequeño libro de la eterna Sabiduría y fue escrito hacia el 1330. En este, partiendo de la revelación de cien meditaciones durante la contemplación de un crucifijo, enseña a conformarse con la pasión de Cristo y la compasión de María a través de un diálogo entre la eterna Sabiduría y el servidor.

Ambas publicaciones -que se convirtieron en gran influencia en los Países Bajos, Francia, Italia e Inglaterra- generaron incomprensión dentro de la Orden de Predicadores y por ello fueron denunciadas. A Susso se le pidió rendir cuentas ante el Capítulo General, no obstante, después fue exculpado al ratificarse su ortodoxia.

Hacia 1335 -1337 cambió su estilo de vida ascética, de convento; y abandonó su carrera académica para realizar viajes de predicación y ser guía espiritual de mujeres, monjas y beguinas.

Sus últimos años los pasó en Ulm. Allí siguió su apostolado de dirección de almas y revisando sus escritos. Falleció el 25 de enero de 1366 y fue enterrado en el interior de la iglesia de los Predicadores.

Durante su vida tuvo muchas visiones y se le apareció la Santísima Virgen María a traerle mensajes celestiales. En una de sus visiones preguntó qué medios debería emplear para alcanzar más fácilmente la santidad y la salvación y le fue respondido: «Negarse a sí mismo; no apegarse a las criaturas; recibir todo lo que sucede, como venido de la mano de Dios, y ser infinitamente paciente y amable con todos, aún con los que son ásperos e injustos en su modo de tratarlo a uno».

Fue declarado Beato de la Iglesia por el Papa Gregorio XVI en el año 1831. Entre sus muchos admiradores podemos encontrar nombres ilustres como Tomás de Kempis y San Pedro Canisio, que fue nombrado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío XI.

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