Mira, ¡invoca a María!

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hace algunos años, Dios permitió a Isabel escuchar el saludo de María. Hoy nos permite contemplar su belleza revestida del sol y las estrellas con la luna bajo sus pies, transformándose en luz durante el día y esperanza durante la noche. Si sabemos contemplar la belleza de la Virgen de Guadalupe, tal como Isabel escuchó su saludo, podremos quedar llenos del Espíritu Santo y, así, podremos decir desde el fondo de nuestro corazón: Dios te salve, María.

Aunque nosotros veamos una imagen, parece que ella nos habla con gestos, con miradas, nos calma, nos tranquiliza. Nos hace sentir su protección en medio de la prueba y la alegría.»Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la Estrella, invoca a María. Si eres agitado por las ondas de la soberbia, de la murmuración, de la ambición, de la rivalidad, mira a la Estrella, invoca a María. Si la ira, la avaricia, o la impureza sacuden violentamente la navecilla de tu alma, mira la estrella, invoca a María. Si, turbado por la memoria de la grandeza de tus crímenes, confundido por la fealdad de tu conciencia, aterrado por la idea del horror del juicio, comienzas a ser sumergido en la fosa de la tristeza, en los abismos de la desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su intercesión, no te desvíes de los ejemplos de su virtud. No te extraviarás si la sigues, no desesperarás si le ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiende su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía; llegarás felizmente al puerto, si Ella te ampara.»San Bernardo

Déjense mirar por la Virgen. Sus ojos misericordiosos son los que consideramos el mejor recipiente de la misericordia, en el sentido de poder beber en ellos esa mirada indulgente y buena de la que tenemos sed como sólo se puede tener sed de una mirada. Esos ojos misericordiosos son también los que nos hacen ver las obras de la misericordia de Dios en la historia de los hombres y descubrir a Jesús en sus rostros. En ella encontramos la tierra prometida -el reino de la misericordia instaurado por el Señor? que viene, ya en esta vida, después de cada destierro al que nos arroja el pecado. De su mano, y aferrándonos a su manto.
(Meditación de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy haré una visita especial a la Santísima Virgen, ya sea mental o físicamente.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amen.

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