No acumulen tesoros en la tierra

Para nadie es un secreto que vivimos en uno de los tiempos de mayor consumismo que ha existido. Hace unos años salió al aire un programa de televisión titulado: “Acumuladores”. Recuerdo la pena con que lo vi. No podía creer cuan lejos puede llegar el hombre por el deseo de tener, tener, tener.

El síndrome de acaparador compulsivo es un trastorno psicológico caracterizado por la tendencia a la acumulación de artículos u objetos en forma excesiva, incluso si los objetos no tienen valor, son peligrosos o insalubres. Este deseo de acumular es una consecuencia de lo que vemos en todos lados, un constante bombardeo publicitario, ya no solo en las calles, televisión, la prensa, sino en internet y todas las redes sociales a las que tenemos acceso.

Nos llenamos los ojos de querer tener todo lo que el mundo nos ofrece: zapatos, ropa de calidad, accesorios, carteras, maquillaje, la última tecnología, los mejores artículos que nadie tiene o peor aún, queremos esas cosas que ya todos tienen y aún yo no tengo. Esta es una realidad latente en nuestra sociedad moderna.

Sin embargo, Jesús pareciera adelantarse a nuestra época y habla muy llanamente a sus discípulos sobre este deseo de adquirir y guardar riquezas materiales: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra” les decía, y de una forma más profunda les explica que no tiene sentido acumular en esta tierra donde no tenemos nada seguro; donde el moho destruye las cosas nuevas; donde los ladrones se llevan a su paso todo lo que encuentran y se roban lo que tardamos años en construir.

Jesús nos hace un llamado a la conciencia y nos pregunta: ¿en qué estoy poniendo todo mi esfuerzo de trabajo diario?, ¿me estoy dejando llevar por el mundo y la moda, adquiriendo cosas materiales que pienso son necesarias para mi vida? O, de lo mucho o poco que tengo, ¿lo estoy compartiendo con los demás, con aquellos que tienen menos posibilidades económicas que yo? ¿Estoy siendo caritativo compartiendo con los demás?

Esta lectura me lleva a reflexionar sobre mis estándares de vida y preguntarme: ¿cuál es mi tesoro y dónde lo tengo? ¿Está aquí en la tierra, en mi casa, en mis bienes, mi negocio? O ¿está acumulándose en el cielo cada vez que comparto con los que tienen hambre,atiendo a los huérfanos, a los viudos, a los que están sin trabajo? ¿me preocupo por combatir los males del país? Plan de Pastoral – Junio 2015 Que Dios nos ayude a no ser “acumuladores” de tesoros en la tierra.

Que no me pase desapercibida la necesidad de mi hermano que vive a mi lado, de quien me hace el café en el trabajo, de quien limpia mi hogar, del niño que tiene hambre en la calle, de quien vive en el conuco vecino… y así mi corazón estará junto con el de Dios, llevando luz y esperanza a donde no la hay.

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