No soy yo sino los ojos de Cristo

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«Al verla…», ese es el primer contacto de Jesús con la mujer encorvada. La mirada de Cristo no es una mirada más o una mirada cualquiera. Es una mirada de misericordia, de compasión, que lo único que refleja es amor puro y verdadero. La mirada de Jesús va más allá, no tiene límites, no ve simplemente a una mujer enferma, no se pregunta si es sábado o no, para Él lo que importa es el amor.

Muchas veces nuestros ojos pueden estar perdidos mientras vamos por el mundo; nos dejamos llevar por las pasiones sin dominar nuestra vista. Podemos caer en ver inferiores a los demás, en ver los defectos de los demás sin darnos cuenta de los propios; o al contrario, ver los talentos de los demás y sentirnos menos. Nuestra mirada puede depender de nuestro estado de ánimo, puede estar totalmente vuelta hacia nosotros mismos, o, en la situación actual, puede ser una mirada pesimista y negativa. La mirada de Cristo no está en Él, sino que sale de Él. Nos invita a ver a los demás por lo que hay en el alma, en su interior y no sólo en las apariencias.

Esa es nuestra mirada a los demás, pero también debemos pensar, ¿cómo nos sentimos mirados por los demás?, ¿busco sólo que me vean por mis apariencias?, ¿me preocupo más por lo exterior que por lo interior? La sociedad nos puede llevar a actuar para quedar bien, para ser aceptados, que los demás vean lo que quieren ver, pero no lo que en realidad somos. Cristo no nos mira así, Cristo mira nuestro corazón, y lo ve herido, con polvo, con fallas, pero con un inmenso amor. No busquemos ser vistos por los demás sino sólo por Cristo. Y así, mirar como Cristo mira y sentirme mirado como Cristo me mira.

«Jesús no soporta la hipocresía. Y a menudo llama a los fariseos “hipócritas”, “sepulcros blanqueados”. Pero no es un insulto de Jesús, es la verdad. Desde afuera eres perfecto, es más, almidonado precisamente siendo correcto, pero dentro eres otra cosa. La actitud hipócrita nace del gran mentiroso, el diablo. Él es el gran hipócrita y los hipócritas son sus herederos. La hipocresía es el lenguaje del diablo, es el lenguaje del mal que entra en nuestro corazón y es sembrado por el diablo. No se puede convivir con gente hipócrita, pero existe. A Jesús le gusta desenmascarar la hipocresía. Él sabe que será ciertamente esta actitud hipócrita la que lo llevará a la muerte, porque el hipócrita no piensa si utiliza medios lícitos o no, va adelante: con la calumnia».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de octubre de 2019, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Qué difícil es ver cómo Tu ves Señor, pero es a lo que me invitas todos los días.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré que al ver a los demás. tenga un pensamiento positivo de cada uno.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén

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