San Ignacio de Loyola, Presbítero

31 de julio de 2018

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Color: Blanco

Santos:

  • Beata Zdenka Cecilia Schelingová
  • San Ignacio de Loyola

Lecturas del día:

Primera opción

    • Primera lectura

      Jeremías 14:17-22
      17 Les dirás esta palabra: Dejen caer mis ojos lágrimas de noche y de día sin parar, porque de quebranto grande es quebrantada la doncella, hija de mi pueblo, de golpe gravísimo,
      18 Si salgo al campo encuentro heridos de espada; y si entro en la ciudad, encuentro desfallecidos de hambre. Y aun el mismo profeta, aun el mismo sacerdote andan errantes por el país y nada saben.
      19 – ¿Es que has desechado a Judá? ¿o acaso de Sión se ha hastiado tu alma? ¿Por qué nos has herido, que no tenemos cura? Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se presenta el miedo.
      20 Reconocemos, Yahveh, nuestras maldades, la culpa de nuestros padres; que hemos pecado contra ti.
      21 No desprecies, por amor de tu Nombre, no deshonres la sede de tu Gloria. Recuerda, no anules tu alianza con nosotros.
      22 ¿Hay entre las Vanidades gentílicas quienes hagan llover? ¿o acaso los cielos dan de suyo la llovizna? ¿No eres tú mismo, oh Yahveh? ¡Dios nuestro, esperamos en ti, porque tú hiciste todas estas cosas!

    • Salmo responsorial

      Salmo 79:8-9, 11, 13
      8 No recuerdes contra nosotros culpas de antepasados, vengan presto a nuestro encuentro tus ternuras, pues estamos abatidos del todo;
      9 ayúdanos, Dios de nuestra salvación, por amor de la gloria de tu nombre; líbranos, borra nuestros pecados, por causa de tu nombre.
      11 ¡Llegue hasta ti el suspiro del cautivo, con la grandeza de tu brazo preserva a los hijos de la muerte!
      13 Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tu pasto, eternamente te daremos gracias, de edad en edad repetiremos tu alabanza.

    • Evangelio

      Mateo 13:36-43
      36 Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo.»
      37 El respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
      38 el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno;
      39 el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
      40 De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo.
      41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad,
      42 y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
      43 Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

Segunda opción

  • Primera lectura

    I Corintios 10:31–11:1
    31 Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.
    32 No deis escándalo ni a judíos ni a griegos ni a la Iglesia de Dios;
    33 lo mismo que yo, que me esfuerzo por agradar a todos en todo, sin procurar mi propio interés, sino el de la mayoría, para que se salven.
    1 Sed mis imitadores, como lo soy de Cristo.

  • Salmo responsorial

    Salmo 34:2-11
    2 Bendeciré a Yahveh en todo tiempo, sin cesar en mi boca su alabanza;
    3 en Yahveh mi alma se gloría, ¡óiganlo los humildes y se alegren!
    4 Engrandeced conmigo a Yahveh, ensalcemos su nombre todos juntos.
    5 He buscado a Yahveh, y me ha respondido: me ha librado de todos mis temores.
    6 Los que miran hacia él, refulgirán: no habrá sonrojo en su semblante.
    7 Cuando el pobre grita, Yahveh oye, y le salva de todas sus angustias.
    8 Acampa el ángel de Yahveh en torno a los que le temen y los libra.
    9 Gustad y ved qué bueno es Yahveh, dichoso el hombre que se cobija en él.
    10 Temed a Yahveh vosotros, santos suyos, que a quienes le temen no les falta nada.
    11 Los ricos quedan pobres y hambrientos, mas los que buscan a Yahveh de ningún bien carecen.

  • Evangelio

    Lucas 14:25-33
    25 Caminaba con él mucha gente, y volviéndose les dijo:
    26 «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.
    27 El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
    28 «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla?
    29 No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo:
    30 «Este comenzó a edificar y no pudo terminar.»
    31 O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10.000 puede salir al paso del que viene contra él con 20.000?
    32 Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz.
    33 Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.

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