V Domingo de Cuaresma

18 de marzo de 2018

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Santos:

  • San Cirilo, Arzobispo de Jerusalén

Lecturas del día:

  • Primera lectura

    Jeremías 31:31-34
    31 He aquí que días vienen – oráculo de Yahveh – en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza;
    32 no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos – oráculo de Yahveh -.
    33 Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días – oráculo de Yahveh -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
    34 Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: «Conoced a Yahveh», pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande – – oráculo de Yahveh – cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme.

  • Salmo responsorial

    Salmo 51:3-4, 12-15
    3 Tenme piedad, oh Dios, según tu amor, por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame.
    12 Crea en mí, oh Dios, un puro corazón, un espíritu firme dentro de mí renueva;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro, no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Vuélveme la alegría de tu salvación, y en espíritu generoso afiánzame;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos, y los pecadores volverán a ti.

  • Segunda lectura

    Hebreos 5:7-9
    7 El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente,
    8 y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia;
    9 y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen,

  • Evangelio

    Juan 12:20-33
    20 Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta.
    21 Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús.»
    22 Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
    23 Jesús les respondió: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre.
    24 En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto.
    25 El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.
    26 Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.
    27 Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!
    28 Padre, glorifica tu Nombre.» Vino entonces una voz del cielo: «Le he glorificado y de nuevo le glorificaré.»
    29 La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
    30 Jesús respondió: «No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros.
    31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera.
    32 Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí.»
    33 Decía esto para significar de qué muerte iba a morir.

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