Por: P. Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net El evangelio de los viñadores homicidas es punzante. Los flojos le caen mal a Dios; los zánganos que chupan y no producen son execrables. El árbol que no da fruto termina en el fuego convertido en leña. ¡Tú tienes que dar fruto! Te matas a ti mismo…