Por: P. Eduardo María Volpacchio | Fuente: Catholic.net Seguramente desde chicos hemos aprendido a ofrecer a Dios distintas realidades de la vida, sobre todo las desagradables. Cuando llegaba la hora de tomar un jarabe de gusto desagradable, de un dolor, de una derrota futbolística, etc., nuestra madre con un sencillo «ofrécelo a Dios» despachaba la…