La Eucaristía y tú.

Por: Silvia Ramos | Fuente: Catholic-link

El Papa Benedicto XVI en la  Exhortación Apostólica Post Sinodal Sacramentum Caritatis nos dice sobre la Eucaristía:

«La Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre. En este admirable Sacramento se manifiesta el amor «más grande», aquel que impulsa a « dar la vida por los propios amigos » 

del mismo modo, en el Sacramento eucarístico Jesús sigue amándonos «hasta el extremo», hasta el don de su cuerpo y de su sangre. ¡Qué emoción debió embargar el corazón de los Apóstoles ante los gestos y palabras del Señor durante aquella Cena! ¡Qué admiración ha de suscitar también en nuestro corazón el Misterio eucarístico!».

Cuando yo hice la primera comunión hace ya 29 años, la emoción que sentí fue tal que no pude contener las lágrimas. A los 8 años no tenía duda alguna que la Santa Eucaristía era el cuerpo de Dios y yo lo estaba tocando, Él me estaba tocando!

Los años pasaron y la fe de ese momento, lamentablemente se fue diluyendo. Muchos años pasé alejada de Dios y de la fe católica. Fue un sacerdote quién me ayudó a reencontrarme con Dios y con esa fe de niña. Luego de un largo proceso de reencuentro y constantes visitas al Sacramento de la Reconciliación es que volví a estar en gracia para poder acercarme a recibir nueva y dignamente la Santa Eucaristía.

Cuál sería mi sorpresa al encontrarme envuelta en un torbellino de emociones y lágrimas completamente incompresibles. Así como sucedió el día de mi Primera Comunión. Me pongo a pensar en la emoción de los apóstoles que el Papa Benedicto XVI intuye. Qué grande debe haber sido realmente.

Hoy, en las circunstancias en que vivimos, el mundo nos adormece con su rapidez y relativismo y empezamos a olvidarnos el porqué del sacrificio de Jesucristo. Olvidamos nuestra ruptura con Dios, olvidamos el pecado y él peso del mismo. Es como que el no existiera una diferencia entre lo que está bien y lo que está mal. Y es esta actitud la que no nos permite ver la necesidad que tenemos de estar en contacto íntimo con Dios mismo y acercarnos en gracia a recibir Su cuerpo y Su sangre.

La Eucaristía es el regalo más grande que nos hace Jesucristo, y cumple por encima de toda medida la promesa que nos hizo:

«(…) y he aquí que yo estoy con vosotros  todos los días, hasta el fin del mundo»

Es un don gratuito que expresa ese amor infinito y extraordinario que tiene por cada uno de nosotros y que nos da la fuerza para caminar en nuestra vida cotidiana hacia su encuentro.

En la Eucaristía Jesús se ofrece a sí mismo, no nos deja un simple recuerdo como algunos pueden creer. Él se queda con nosotros. Es realmente un misterio que supera toda compresión humana, pero que por la fe lo podemos vivir.

«Para nosotros los cristianos, ya no es necesario repetir aquella cena. Como dicen con precisión los Padres, figura transit in veritatem: lo que anunciaba realidades futuras, ahora ha dado paso a la verdad misma. El antiguo rito ya se ha cumplido y ha sido superado definitivamente por el don de amor del Hijo de Dios encarnado. El alimento de la verdad, Cristo inmolado por nosotros, dat… figuris terminum. Con el mandato: “Haced esto en conmemoración mía” (cf. Lc 22,19; 1 Co 11,25), nos pide corresponder a su don y representarlo sacramentalmente».

Dios nos ama primero y nos deja este don tan grande que nos va transformado uno a uno y así llegar a transformar el mundo entero. El Papa Bendicto XVI explica este misterio comparándolo con la fisión nuclear, que es una reacción que se da en el núcleo de un átomo. Es decir en el centro mismo y da como resultado el cambio de una realidad hacia algo completamente extraordinario. Esto sucede con nosotros al recibir la Santa Comunión. ¡Cómo perdernos el estar en gracia y en continuo contacto con nuestro Creador, con el Espíritu, con Jesucristo que nos da el don de transformarnos y transformar al mundo!

Los invito a reflexionar lo siguiente:

1. ¿Recibo frecuentemente el Sacramento de la Eucaristía correctamente preparado?

2. ¿Cada cuando frecuento el Sacramento de la Reconciliación?

3. ¿Reflexiono que es el mismo Dios al quién recibo cuando recibo la Eucaristía?

4. ¿Soy consciente que a través del Sacramento de la Eucaristía me voy conformando con Jesucristo?

(Mt 28,20).

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